Capitulo 1

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Desperté por un rayo de luz incómodo que se reflejaba sobre mi rostro, era el sol. Di un bostezo y me incorporé sentándome y poniendo los brazos sobre mis rodillas. Tomé mi celular y miré la hora. Las 7.15 AM. ¡Mierda! Se me hizo tarde. Corrí al baño y me di una ducha rápida, me vestí y corrí rápido hacia el Instituto.

Ya frente al susodicho, ahí estaba Javier, también había llegado tarde. Mi corazón empezó a latir muy rápido, los nervios comenzaron a hacer dominio de todo mi cuerpo, mis pies empezaron a temblar y me paralicé. Sentí como el estómago se me revolvió, tenía ganas de vomitar.

Por un momento pensé en salir corriendo y huir de allí, pero me obligué a seguir, bebía entrar al Instituto y él no sería un obstáculo. Con todas mis emociones revueltas caminé hacia la puerta. Javier se encontraba en una esquina pegado a la entrada. Mientras iba caminando, sentí que caería en cualquier momento, sentí miedo, como si algo malo podría pasar.

Cuando ya quise volver atrás, nuestros cuerpos se encontraban como a cuatro metros de distancia. Cuanto más me acercaba, más miedo, nervios, ansiedad. Los sentimientos en conjunto con el miedo hacían un nudo en mi garganta. Cuando ya iba muy cerca me obligue a acelerar el paso y pasé por su lado, corrí. Ya de espaldas a él, sentí un poco de alivio, pero todo eso se esfumó al escucharlo.

—¡Hey tú! —mi corazón parecía querer salir de mi pecho, casi no podía respirar —¡HEY! —Alzó la voz aún más. Sentí aún mas miedo, no sabía que hacer, sentía que podía caer en cualquier momento. No podía voltear, mis rodillas habían perdido equilibrio.
Enseguida pasó Austin por mi lado.

—Disculpa Javier, no te había escuchado —solté todo aire que tenía atrapado en mis pulmones. Al doblar al segundo pasillo me quedé pegada a los casilleros y pude normalizar un poco mi respiración, aunque todavía sentía mis manos temblar.

—¡Señorita James! ¿Estas son horas de llegar a la escuela?

Di un respingo y di la vuelta. La señora Becky me miraba enojada.

—Disculpe, tuve un inconveniente —dije alejándome para entrar a mi clase.

Cuando entré al salón, el profesor estaba rodeado de alumnos, entré rápido para que no me notara. Tomé asiento y pregunté a Sophia.

—¿No ha pasado lista?

—Por suerte no —di un suspiro y me recosté en la silla —Estás pálida. Nathalia, ¿pasó algo? —preguntó asustada.

—Javier—Lo dije en apenas un susurro, pero logró escucharme.

—¿Ahora qué pasó? —dijo acercándose más a mi.

—Estaba en la entrada. Pasé bastante cerca de él. A su lado si te soy sincera.—Sophia abrió la boca en forma de Asombro.

—¡No te creo! ¿Tú? ¿Te acercaste? Imposible. Tendría que verlo personal. Si te pones peor al verlo de lejos. Te mueres si te acercas.—No quitaba la vista de mis ojos y aún tenía la boca abierta.

—Es enserio Sophia, ¿Cómo podría hacer ese tipo de bromas? Además no me gustan los chistes y lo sabes. Cierra la boca, se te entrará una mosca.

—Lo siento, sólo estoy sorprendida.

El profesor siguió la clase y no notó que llegué tarde. Me salvé de ésta. Así transcurrieron las horas hasta que llegó la hora de salida. Estaba agotada entre tantas clases y el aburrimiento. Sophia me acompañó a casa. Mamá estaba en la cocina, al ver que llegamos, salió y nos saludó.

—Hola, ¿como les fue hoy?—preguntó mamá mientras nos daba un abrazo.

—Bien gracias, Victoria —respondió Sophia. Yo sonreí a respuesta.

—Me alegro. Hay pastel en la cocina, si gustan. 

 —Gracias mamá—dije mientras agarraba a Sophia para subir a mi habitación.

Al entrar cerré la puerta y me tiré en la cama. Sophia se sentó a mi lado.

—Nathalia—dijo, buscando mi mirada.

—¿Si? —nuestras miradas se encontraron.

—¿Pensaste lo que te dije?

—¿Qué se supone que debo pensar?—pregunté aún sabiendo a qué se refería.

—Terapeuta...

—No lo sé—Contesté.

—Hay uno cerca de aquí, dicen que es muy bueno en lo que hace—Todavía sigo pensando en que no lo necesito, Sabía que no dejaría de insistir.

—Lo pensaré, no insistas tanto.

—Bueno ya, te lo estaré recordando.

Sophia no se rendiría hasta conseguir lo que quería, pero no dejaría que me volviera loca repitiendo lo mismo.

—Gracias...—dije sarcástica.

Desasociego. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora