Comencé a temblar y aparté la vista de él. Negué con la cabeza. Soltó una carcajada. Quería desaparecer. Jay sólo nos miraba confuso. La frustración que sentía en ese momento no se comparaba con nada más. Sentí un nudo en mi garganta, las lágrimas comenzaron a salir sin poder evitarlo, volteé y le di la espalda. No quería que me viera de esa manera, por algo tan absurdo. Escuché la puerta abrirse y seguido varias voces conocidas; Verónica y Jessica. Sequé mis lágrimas a toda prisa tratando al mismo tiempo de retomar mi postura. Una vez que mi respiración se normalizó, me di la vuelta. Jay, Jessica y Verónica charlaban, mientras que Javier me observaba, al darse cuenta de que lo había pillado, apartó la mirada rápidamente de mi. David fue el último en llegar. Enseguida inició la tutoría. Mientras Javier hablaba, yo sólo sentía desesperación y vergüenza. Sus ojos siempre estaban sobre mí y no podía sentirme más nerviosa, rara. Me esforzaba por no salir corriendo de allí. Trataba se prestar atención a sus palabras pero era imposible. Los segundos se me hacían siglos en aquel lugar. Sólo deseaba que eso terminana. Luego de ahí, debía ir al tratamiento y no que me gustaba mucho. Era algo agotador.
—Nathalia —dijo Javier sacandome de mis pensamientos. Diablos. Mi nombre en su boca sonaba tan sexy. "No pienses en eso Nathalia" me regañé. Lo miré cuidadosa. —¿Entiendes? —cuestionó acercandose a mí. Mi respiración se hizo sonora, el noto mi reacción y retrocedió. —Bien. Ya eso es todo por hoy. Pueden irse —Anunció. Me paré rápido de mi asiento y caminé hacia la puerta a toda prisa. No quería toparme con él, mucho menos a solas. Mientras iba por los pasillos desiertos, me desesperaba por llegar a la salida y deseando no escuchar lo que enseguida oí.
—¡Nathalia! —Dios. ¿Acaso quería matarme? Miré hacia atrás y me hacía señales que indicaban que lo esperara. El nerviosismo y el miedo regresaron. caminé con más velocidad, no quería que me alcanzara. —Espera —Corrí para alejarme y al salir traté de perderme o esconderme detrás de algún arbol. No podía ir al psicológico asustada, estaría haciendo preguntas y en realidad no tenía ánimos para eso.
Javier al parecer se rindió y dejó de perseguirme. Una vez frente al lugar del tratamiento, traté de recobrar mi aliento y subí las escaleras. Tomé asiento y esperé a que llegara. Miré alrededor y observé varios retratos en las paredes, en ellas estaba el señor con su familia, se veía muy feliz, su esposa era muy elegante, sin mencionar al pequeño sobre sus brazos. Escuché a alguien carraspear, di un respingo y me di la vuelta.
—Buenas tardes, señorita —saludó mi terapeuta. Levanté la mano en forma de saludo —recuestate aquí —señaló la camilla e hice lo que me indicó. Luego colocó los típicos cables conectados a esa máquina que hacía tantos rudios molestos. Comenzó a hacerme algunas preguntas, antes de responder alguien tocó la puerta. Ambos miramos la puerta. —Pase —indicó. seguido la puerta se abrió, el ritmo de mi corazón se salió de control. Javier ¿Qué mierdas hacía aquí? ¿Me estaba siguiendo? El ruido de la máquina incrementó a un nivel más alto. Entró al consultorio y saludó al señor.
—Hola, papá —¿Qué demonios? ¿Escuché bien o estaba alucinando? ¿Papá? El hombre se acercó y lo abrazó.
—Hola hijo —No sabía donde esconder mi cara, si me veía ahí, diría que estoy loca.
—Mamá dijo que no llegues tarde a cenar. Maile y Adam nos acompañarán —me miró y aparté la vista con vergüenza. La máquina aún hacía el ruido molesto. El señor se acercó a la misma y la detuvo. Me estudió con la mirada y respondió a Javier.
—Dile que no me tardaré —Su hijo asintió y se acercó a mi camilla. Sentí miedo y lo único que pude hacer para no arruinar las cosas fue cerrar los ojos, se inclinó hacia mí y su aroma inundó mis pulmones. Estábamos tan cerca que pude sentir su calor, no me moví, estaba tiesa como un vegetal. Escuché el sonido de llaves chocar y el calor desvanecerse. Abrí los ojos y observé como solamente cogió las llaves del auto, su única intención era esa. Que estúpida fui, ni siquiera sabía como actuar.
—Allá nos vemos —se despidió y cerró la puerta a su paso.
—¿Lo conoces? —preguntó el padre de Javier. Negué con la cabeza y el frunció el ceño —Mientes —me acusó. Puse los ojos en blanco y negué nuevamente sin mirarlo a los ojos. Curvó la comisura de sus labios y continuó —cuando lo viste tu pulso se aceleró, por tal razón me obligué a detener la máquina —Tragué saliva y no me atreví a responder. No tenía palabras para defenderme, cualquier cosa que diría podía usarlo en mi contra, no podía engañar a un psicológico. Luego de ese suceso, no volvió a hacer cuestiones sobre su hijo. Me mandó a hacer ejercicio y al salón de relajación. Me tranquilicé y ordené un poco mi mente.
Al finalizar el tratamiento, volví a casa, enseguida me di una ducha para luego cenar. Mamá no estaba en casa y no había otra persona con la cual pudiera conversar, aunque podía llamar a Sophia y sabía que enseguida estaría conmigo, pero me limité a llamarla sólo para saludar y desearle buenas noches.
Ya en mi recámara, tomé un libro y me tiré sobre la cama. Duré varias horas sumergida en el mismo hasta que el sonido de mi celular me sobresaltó. No sé por cuales razones me sentí asustada, podría ser mamá o Sophia, sólo que las dos mayormente no envían mensajes de textos. Según mamá para poder decir las cosas más rápido. Cerré mi libro y tomé el celular. Ya me lo imaginaba, nerviosa abrí el mensaje.
Javier a número desconocido, 2.10 PM:
"No entiendo que debo disculpar"
Javier a número desconocido, 2.11 PM:
"¿Señorita?"
Javier a número desconocido, 8.48 PM:
"¿Por qué huyes de mí?
Si antes estaba nerviosa, más aún después de leer su mensaje, ni siquiera sabía que responder, ¿Decir que nunca nos hemos visto, que se aleje de mí o que no me molestara más? Sus acciones me demostraron que trataba de acercarse y llamar mi atención, sin saber que sólo me hace daño. Tenía que responderle y dejar de ser tan inmadura, pero no sabía usar las palabras adecuadas para ello. Aún así respondí.
Javier, 8.50 PM:
"No lo hago"
En cuestión de segundos contestó mi mensaje, al parecer esperaba mi respuesta.
Javier a número desconocido, 8.50 PM:
"No te haré daño"
¿A qué se refería con que no me haría daño? ¿Acaso sabía algo más que mi nombre? Pues claro Nathalia; te vio correr cuando te llamó para que lo esperaras, te vio cuando casi huyes por su cercanía en las tutorías y finalmente en un tratamiento psicológico, ¿No es más que obvio? ¿Qué más quieres para que se de cuenta de que eres una retrasada mental? Me regañé a mi misma, él ya lo sabía y sin embargo no trataba de alejarse de mí, al contrario, comenzó a acercarse. No sé que pasa conmigo cuando estoy cerca de él, por alguna razón el miedo se apoderaba de mí y me segaba totalmente. Tiene suerte de que ya no estoy como antes, ni siquiera hubiera tenido el valor necesario para enviarle un mensaje. En fin, no respondí su último mensaje y dejé el celular a un lado al igual que me preciado libro. Iba a tratar de dormir cuando escuché la puerta abrirse, era mamá. Solamente entró a mi cuarto para darme las buenas noches y para luego irse a la cama. A pesar de su trabajo, trataba de estar al pendiente de mí, eso me alentaba un poco, por otra parte cómoda a pesar de no ser tan unidas ni mucho menos compartir secretos. Una vez sola, me acomodé entre mis sábanas para luego desprenderme hacía un sueño profundo.
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Desasociego. [PAUSADA]
Teen FictionNathalia James es una chica de 17 años. Vive con miedos y trastornos que no la dejan avanzar, trata de pasar desapercibido por parecer la rara del Instituto. Aunque no quiere recibir ayuda, la insistencia de su mejor amiga logra cambiarla de parecer...