Capítulo 11

86 9 7
                                    

En el transcurso me quedé mirando los árboles a través de la ventana. En ocasiones noté que Javier me observaba de reojo pero no hacía nada para impedirselo. Me la pasé analizando el camino en silencio. Al parecer sabía directamente a donde ir, ya que sin equivocación se dirigió a mi casa. ¿Desde cuando sabía que vivía aquí? ¿Quién le mencionó lo de la pequeña casa? No le preguntaría. Una vez aparcado el porche, salió para abrir el copiloto y permitirme salir. Caminé hacia la puerta sin siquiera despedirme ni mirarlo a la cara. Tomé el pomo de la puerta y antes de girarlo volteé a mirarlo. Se encontraba recostado sobre la puerta del copiloto analizando mi comportamiento. Levanté la mano para despedirme, el sólo forzó una sonrisa. Abrí la puerta para luego cerrarla detrás de mi.

Cuando mi vista se fijó en la sala de estar, me sobresalté al ver a mamá sentada en el sofá observándome. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios cuando notó mi reacción.

—Por fin —dijo aún con la sonrisa en alto.

—¿Qué? —pregunté con el ceño fruncido.

—Estás saliendo con alguien—aclaró.

—Ni lo conozco—respondí indiferente levantando mis hombros.

—¿Y quién es ese chico?—alzó una ceja.

—Es de la escuela, sólo quiso traerme.

—Como digas...—se levantó del sofá y subió las escaleras dejándome sola en la sala. Fui directo a la cocina a comer algo para luego esconderme en mi recámara. Subí las escaleras directamente a mi cuarto, me desvestí y me metí a la ducha. Cuando terminé, me puse ropa cómoda para dormir y me recosté sobre mi cama. Me quedé con la vista fija en el techo, tratando de poner mi mente en blanco pero no me fue posible, todo lo pasado en el día se repetía como un disco rallado en mi cabeza. Me cubrí con mis sabanas y me enfoqué en dormir pero recordé que dejé a Sophia esperando, me fue raro no volver a escuchar sus llamadas o mensajes. Me paré de la cama para buscar mi celular pero no estaba en ningún lugar. ¡Joder! Lo dejé en la casa. Ya era muy tarde para regresar y buscarlo. Iría a buscarlo luego de salir del Instituto. Retorné a mi lugar y dando vueltas y vueltas el sueño pudo más que yo.

***

Divisé a Sophia entre la multitud, esquivaba a los chicos de la escuela y yo sólo la esperaba en nuestra mesa del almuerzo. Una vez se sentó en su lugar comenzó a hacer interrogaciones.

—¿Aún no me vas a contar lo que pasó ayer?—dio una mordida a su hamburguesa para posar su mirada en mí.

—Creo que sabes más que yo lo sucedido—respondí mientras le daba un sorbo a mi bebida.

—Si lo supiera no estaría preguntando.

—¿Cómo Javier sabía sobre la casa del lago?—cuestioné mirándola atenta.

—Yo se lo dije—soltó sin ningún tipo de remordimiento.

—¿Para qué diablos?—pregunté un poco alterada.

—Nathalia, tranquila. El no es un secuestrador o algo parecido. Sé muy bien que no te haría ningún tipo de maldad. Digo, sí pero si deseas...—dijo lasciva. La fulminé con la mirada.—Bueno, el sólo me dijo que donde podía encontrarte. Fui a tu casa a ver si estabas y no te encontré. El único lugar de que si estaba segura de encontrarte era ahí. Le dije que lo acompañaría pero se negó. Confié en él, no es mala persona.

—Está bien, no hay problema—contesté por último.

—¿Estás enojada?—preguntó haciendo un puchero.

—No, tonta—dije curvando la comisura de mis labios. No me encontraba enojada luego de lo que hizo. Entiendo que Javier querría disculparse por lo que escuché y era normal.

Terminamos de comer y duramos otro rato hablando trivialidades. Cuando llegó la hora de volver a clases, volvimos al salón. Las horas restantes pasaron rápido ya que mi mente estaba algo ocupada. Me despedí de Sophia y emprendí mi camino hacia mi casa para "descanso". Mientras caminaba por la acera, escuché el sonido de un motor secarse e ignoré para llegar rápido a mi destino. El vehículo era conducido lentamente para ir a mi lado, por el rabillo del ojo traté de percatarme de quien se trataba pero era en vano. Giré la cabeza en dirección al mismo y enseguida observé a Javier en su Porche negro.

—Ven, yo te llevo—no contesté y seguí caminando—estoy hablando contigo Nathalia—continuó.

—No, gracias—respondí al fin.

—Es una orden—Dijo firme. ¿Qué le picó?

—No, gracias—repetí.

—¿Me estás contradiciendo?—preguntó alzando una ceja.

—Como quieras—dije restando importancia. Paró el auto.

—Sube—señaló el asiento del copiloto. Bueno, no tuve más remedio que aceptar, imaginé que no dejaría de insistir, además quería llegar rápido. Salió del auto para abrirme la puerta. Una vez en camino, lo miré para luego hablarle.

—No voy a casa—comenté observando su perfecto perfil.

—¿A donde quieres ir?—preguntó.

—Donde me encontraste ayer—respondí.

—Está bien—contestó. El resto del camino fue en total silencio.

***

Caminé para entrar a la pequeña casa, Javier salió del auto para acompañarme dentro de la misma. En realidad me sentía incomoda de sólo pensarlo, rara y fuera de lugar. Sentía que del todo no me sentía nerviosa con su presencia pero aún así, sentía una pizca de miedo. Se percató de que no quería que me acompañara y se quedó en la sala. Entré al cuarto y enseguida busqué con la vista mi celular, estaba donde lo había dejado, en la mesita de noche. Me senté en la cama y respiré profundo, no sé por cuales razones pero no quería salir de aquel lugar, cada cosa, cada espacio me recordaba a mi padre, era como si volviera a estar con el con cada segundo que permanecía en la casa, recosté mi cuerpo sobre la cama y pensamientos inundaron mi cabeza. De repente olvidé a lo que había llegado y duré más de lo normal en la recámara.

—¿Te encuentras bien?—La voz de Javier me sobresaltó. Levanté mi cuerpo brutalmente de la cama asustada. Se acercó rápidamente y me sostuvo de brazos. Nuestras miradas se encontraron y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Era increíble todo lo que podía hacerme sentir con tan sólo mirarme o tocar una simple parte de mi cuerpo.—Lo siento, no fue mi intención asustarte—se disculpó mirándome fijamente a los ojos. Asentí soltándome de su agarre. Salimos de la habitación y volvimos a la sala de estar, no sentí los pasos de Javier seguirme cuando estaba a punto de salir de la casa y miré hacia atrás, se encontraba recostado del marco de la puerta de la habitación mirándome atentamente.

—¿Qué? —pregunté cruzándome de brazos.

—Quiero pedirte algo—respondió.

—¿Si?—cuestioné frunciendo el ceño.

—¿Podríamos salir a cenar?—apretó los labios esperando mi respuesta. Dudé por unos instantes, ¿Era una cita? ¿Javier me estaba invitando a salir? Pestañeé tratando de asimilar sus palabras y comencé a titubear.

—Eh... es... No... eh... Si...

—A las siete—dijo firme.

—A las siete—afirmé.


Desasociego. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora