XI

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Lucas aprovechó que Ness se veía muy preocupado para contestarle algo que le podría ayudar a estar más cerca de él

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Lucas aprovechó que Ness se veía muy preocupado para contestarle algo que le podría ayudar a estar más cerca de él. ―Me da miedo todo, las personas... sobre todo la oscuridad, no me gusta para nada dormir solo.

―Lucas, yo te admiro de verdad y no lo digo para aprovecharme de tu inteligencia. A pesar de tus miedos, iniciaste una riña aquí con quien sabe qué criminal y a un montón de chicos más. Me gusta que seas tú mi compañero por muy gallina, llorón, delicado, princesa que seas, de verdad.

Lucas solo sonrojado esperaba que Ness se ofreciera para dormir con él, nada más quería.

―Lucas, puedes usar mi computador cuando quiera, siempre y cuando la cuides.

―Oh... está bien, gracias. ¿Puedo usarla ahora?

―Por supuesto, yo dormiré, creo que estoy un poco cansado.

―Bueno, am... ¡Ness!

―¡Mira como estamos! Si parecemos un par de maricones en esta posición. Je, je, menos mal que nadie nos está viendo.

Lucas tomó el computador de Ness y lo encendió. ―¿Cuál es la contraseña?

―¿Por qué no lo averiguas por tu propia cuenta? Para eso eres bueno.

―No me hagas las cosas más difíciles.

―King, ese es.

Ness se acostó en su cama, le costaba dormirse por el dolor de la paliza que había recibido. Se sentó al borde de su propia cama.

―¿Pasa algo Ness? ―Lucas le preguntó con un tono de preocupación, si quieres te lo devuelvo, ¿quiere ver tus películas no es así?

―No, no es eso, es solo que no me puedo dormir. ¿Puedo verte usando la computadora?

―Solo iba a ver algo... ¿Ness te gusta ver caricaturas o películas animadas?

―¿Te han dicho alguna ves que eres adorable?

Lucas estaba tan contento que se movió hacia la pared para dejarle un lado a su compañero. ―Ven, trae tus frazadas... hace un poco de frío.

Ness hizo caso, se acostó junto a Lucas, pero ni siquiera miró la pantalla del computador. Se cubrió por completo ni la cabeza se le veía. ―Lucas...

―¿Qué?

―Cuando juntamos nuestras frazadas... se pasa menos frío.

El rubio dejó el computador a un lado y lo apagó para acompañar a Ness y lo abrazó. ―Cuando unimos nuestras frezadas se pasa menos frío, es verdad, pero cuando se duerme con alguien el frio ya no existe.

―Eres un terroncito de azúcar ―Dijo Ness en voz muy baja, correspondiendo a su vez el fuerte abrazo.

―Eres un terroncito de azúcar ―Dijo Ness en voz muy baja, correspondiendo a su vez el fuerte abrazo

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Eran ya casi la una de la tarde. Ness estaba entumecido de frío solo en la cama de Lucas.

―Ness, despierta, Ness... ya es muy tarde.

―Abrázame... ―Dijo él sin siquiera abrir sus ojos.

Lucas obedeció, lo abrazó casi de inmediato, no tenía por qué dudarlo. ―Ness, ¿estás despierto?

―Buenos días. ―dijo Ness en respuesta abrazando así más fuerte al rubio.

―¡Ness, no seas tonto, es muy tarde ya levántate!

―Me agradas Lucas.

―Y tú a mi... un poco nada más que antes.

―Me gustaría ser tu hermano mayor.

―Por qué no me chupas... ―Lucas abrió sus ojos por completo y cubrió su boca con ambas manos, avergonzado de él mismo por semejante grosería que se le había escapado.

―¡¡Ja, ja, ja!! No conocía esa parte grosera del güerito.

Lucas seguía muy avergonzado e incluso arrepentido de lo que acababa de decir.

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