Fil Rouge.

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Su garganta estaba seca, como si hubiese bebido toda la noche y ahora estuviera viviendo el poder de la resaca. Abrió los ojos cuando la luz se hizo más nítida y vio sus cuadros en la pared. 

Se puso de pie y notó que aún llevaba su tosca chaqueta junto con la ropa de ayer. pequeños flashes vinieron a su mente y recordó todo. A Jen intentando violarlo, cuando lo golpeó, a ese hombre llamado Forth, sus ojos... Sus ojos rojos y cuando se pinchó el dedo y se lo llevó a la boca. Intentaba recapitular y encontrar el momento en el que había llegado a su habitación pero no había algo consecuente, ya que después de ese beso que habían compartido no recordaba nada. 

Se levantó y caminó hacía el baño. Se mojó el rostro y al sentir algo más cálido correr por sus labios se asustó y se miró rápidamente en el espejo. Mucha sangre salía por sus fosas nasales, casi como si le hubiesen dado un puñetazo. 

-Mierda... -Masculló limpiándose. 

 Se quitó cada prenda y se metió bajo la ducha de agua caliente. Cada vez que cerraba los ojos, se imaginaba los acontecimiento del día anterior y su mente enviaba más señales de peligro que antes, porque ahora afirmaba esa teoría que su cerebro se había creado inconscientemente hacía ese hombre. Sí, era alguien peligroso y peor aún, no era humano. Rió amargamente pensando en que de verdad se había vuelto loco, pero él sabía muy bien que todo lo que había visto era real, sabía que Forth no podía ser normal por donde se le mirara, nadie poseía una fuerza tan bruta, nadie emanaba ese frío y peligro tan intenso. Nadie que fuese demasiado humano cambiaba sus ojos a un rojo tan intenso como él de la sangre, a nadie le saldrían unas grandes alas negras similares a las de un ángel. 

Luego de tomar esa larga ducha, salió y fue en busca de algo para comer. Tan solo eran las nueve de la mañana y a las once debía empezar su turno de mesero, así que tenía bastante tiempo. 

-Mamá, ¿Cómo llegué anoche a mi habitación? -Preguntó mordiendo su tostada. 

-¿Estabas tan borracho? Entraste por la puerta, supongo. Llegaste a eso de la una con treinta, pude escuchar cuando abriste la puerta -Eso lo descolocó totalmente. 

¿Y sí ese hombre lo había drogado? Podría ser una posibilidad, pero no era normal que recordara entonces todo lo que había sucedido esa noche, hasta cuando estaban en su lujoso coche hablando. Nada de eso era normal y él estaba dispuesto a averiguarlo. 

Terminó de desayunar y corrió hacía su habitación de nuevo. Abrió su laptop y puso el buscador, aunque realmente no sabía en si que debía buscar. Recordó que su piel era intensamente fría y que sus ojos cambiaban a un color rojo, ¿Un vampiro? Sí, podría ser. Tecleó y mucha información apareció frente a sus ojos. Se metió a varias paginas web y en todas decía algo que podría ser una posibilidad, más no aseguraba nada, aunque una corazonada le decía que Forth era algo mucho más peligroso de lo que se imaginaba. 

Buscó varios seres sobrenaturales y en ninguno encontró alguna similitud concreta. Vampiros, hombres lobos, fantasmas, magos, zombies y otros más. Todos parecían demasiado fantásticos como para acercarse a Forth. Cerró todas las paginas y dio un suspiro cansino, sabía que no descansaría hasta encontrar algo lo suficiente concreto. Un pequeño enlace llamó su atención y en letras rojas se leía "Demonios" Y si él era... no. 

Pequeños fragmentos de su memoria recobraron vida y el rostro de Jen se hizo presente. Recordó cuando ellos estaban forcejeando y él de pronto apareció, entonces Forth le dijo a Jen que él... Que él era... No podía ser. Su corazón latió sin mesura al pensar esa pequeña posibilidad, la cual solo desafiaba sus creencias porque él nunca fue muy creyente de Dios y en cosas eclesiales, pero sí Forth de verdad era el Diablo, eso significaba qué... 

Diaboliquement.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora