Darvaza.

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Hoy era un buen día, la neblina se había adueñado de la ciudad y el horizonte se veía tan oscuro que parecía como si él estuviese haciendo su mejor entrada a las puertas de su dulce morada. Sentía como el fuerte viento pegaba contra su rostro, gracias al porsche descapotable en el que iba hoy y la carretera lucía tan tenebrosa. Un día perfecto. 

-And I need you, and I miss you -Tarareó siguiéndole el ritmo a la canción, mientras movía su rostro justo como Latrell Spencer en donde están las rubias. 

Beam lo miró de manera desencajada mientras que pensaba que esa escena era realmente escabrosa. Porque Forth de por sí ya era tenebroso y al cantar una melodía tan dulce y juvenil como A Thousand Miles el cielo parecía maldecir y la tierra agitarse con miedo, o al menos eso pensaba él de su interpretación de Latrell. 

-No sabía que tenías ese gusto tan particular por la música -Reconoció mirando la radio. 

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, cariño -Respondió el diablo con galantería. 

-¿Y ahora qué? ¿Se supone que ahora yo debería bailar como las falsas hermanas Wilson en esa fiesta? No creo que sea capaz de bailar sobre mi cabeza, Forth -Rió y el hombre a su lado lo acompañó con los ojos aún atentos en la carretera. 

-¿Ves? Luces realmente hermoso cuando no cuestionas mi nata naturaleza -Sonrió divertido dándole una ligera mirada. 

Beam solo pudo rodar los ojos. Aquel comentario -Realmente innecesario desde su punto de vista- Había arruinado la buena atmósfera a la que ellos se habían sometido. Él simplemente no podía ignorar esa parte tan pequeña pero sin duda importante, es más, ni terminaba de creérselo y cualquier persona le diría que fácilmente podría largarse si no era capaz de aceptar eso, pero Beam no podía, era como si ese hombre fuera un gran imán para su cuerpo, su mente, para todo su ser.

Decidió no comentar nada y simplemente disfrutar de la nueva melodía que estaba sonando. En esas semanas ellos habían tenido algunas peleas sobre ese tema y las cosas eran complicadas, porque se supone que estaban intentando conocerse pero la vida era una hija de perra. Él lo sabía. Pero debía amar la naturaleza de Forth, su cerebro ya lo había prevenido de ello y aunque sonara casi descarriado ese hecho, tenía que ser así para que ellos avanzaran. 

El auto paró de manera abrupta y Beam miró alarmado al conductor. Forth mantenía la mirada fija en el grupo de cerditos que pasaban en ese instante, en su mirada podía notarse el cuidado y preocupación, entonces él se preguntó algo, ¿En realidad el diablo era malo? Porque ese hombre hasta ahora había demostrado valores que podían describirse como "Éticos" Y aunque su comportamiento, forma de hablar y aura fueran un pocos escalofriantes, muchos pequeños detalles le decían que tal vez la gente lo juzgaba mal a causa de esos libros eclesiásticos en donde se hablaba de él como el ángel que se condenó por lujuria. 

Forth pisó el acelerador de nuevo y por fin entraron a la zona ciudadana. Beam reconoció fácilmente la floristería por donde siempre pasaba para ir a su trabajo y en medio de seis minutos estaban en el aparcamiento de la cafetería. Escuchó la radio apagarse y simplemente se puso la mochila.

-¿Por qué la biblia habla tan mal de ti? -Lo soltó. Forth lo miró sin una pisca de sorpresa, casi como si esperara tan pregunta y por poco él se sorprendió, hasta que llegó a su realidad y se dio cuenta de que estaba hablando con el diablo. 

-¿Unos bastardos, quizás? Es algo que no me sorprende, como tampoco tu pregunta, pero lo que ahora deseo saber, es... ¿A que se debe? Sobretodo tu, quien se la ha pasado "Juzgando" mi manera de ser y no, no intento iniciar una pelea ni mucho menos. Aún quiero ir a la noche de cine -Sonrió. 

Diaboliquement.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora