Sentiments.

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Su cuerpo se sentía realmente extraño. Había caído en cuenta de que el elemento de su dragón era el fuego por lo del cinturón de Forth, pero luego eso se volvió un percance enorme. Mientras comía algo con el hombre para ir a su casa, incendió una estatua de Giordano Bruno que estaba justo en el living como decoración, la parte buena de todo eso, es que ahora él que se  supone que sería su pareja no se enojó, tan solo le dijo que debía aprender a llevar sus poderes. 

-¡Mis padres! Deben de estar sumamente preocupados -Se llevó una mano a la frente. 

-No lo creo. Les hice creer que estarías de viaje con tu amigo Wayo -Forth lo miró divertido. 

-Tú y esa manía de hipnotizar a la gente -Frunció el ceño. 

-Así te gusto. 

-Es cierto -Susurró mirando hacía la ventana. Sintió la mano del hombre tomar la suya y luego el auto arrancó.

Después de casi una hora de viaje, llegaron a la ciudad. Ni siquiera tuvo que decirle a Forth su dirección, el hombre al parecer lo sabía todo. Era perfecto, pero daba miedo, porque aunque se mostrara tan tranquilo, la situación en la que se encontraba ahora le daba pánico. 

Estacionó al frente de su casa y cuando el motor dejó de sonar, Beam lo miró para despedirse pero lo que recibió a cambio fue un gran beso. Forth tomó su rostro con las dos manos y profundizó el beso, él acercó sus manos temblorosas al pecho del contrario y las puso allí, sintiendo el potente frío sobre la prenda de vestir. 

-Debo irme, tengo que presentarme al trabajo urgente -Susurró sin romper el contacto entre ellos. 

-Puedo esperarte y llevarte -Ofreció Forth tratando de ser amable. 

-No es necesario. Puedo tomar el transporte público -Le sonrió. 

-Pero no quiero que lo tomes -Tomó la mano que descansaba en su pecho y la apretó. 

-Siento eso. No soy uno de tus perros amaestrados -Le guiñó el ojo y se bajó. 

Caminó sobre el asfalto y a medio camino se volteó y le tiró un beso a Forth, este le sonrió e hizo lo mismo, para arrancar el auto y desaparecer. Le sonrió a la nada y siguió su camino hacía el porche, por un momento le entró una gran preocupación, hasta que recordó que él había hipnotizado a sus padres para que creyeran que en serio estaba de viaje con Yo. 

Tomó las llaves que estaban en su bolso y las puso en la perilla. Las giró y abrió la puerta, entró y dejó su bolso sobre el sillón. Caminó hasta el comedor y vio a sus padres comiendo el desayuno y leyendo el periódico juntos. Les sonrió cuando levantaron la mirada y caminó hasta la nevera. 

-¿Y tus maletas? ¿Qué tal Taiwán? -Preguntó su padre sin levantar la vista del periódico. 

-Oh, en la casa de Yo, primero paramos allí para tomar el desayuno -Intento disimular, ¿Taiwán? ¿En serio Forth?

-¿Y cómo está Yo? Hace mucho no viene por acá -Habló su madre mirándole.

-Bien, muy bien. Estaré arriba -Masticó la tostada y desapareció apresuradamente. Siempre había sido malo para mentir. 

Entró a su habitación y estaba intacta. Cerró la puerta con seguro y empezó a quitarse la ropa, aunque no quería, olía a Forth, no sabía porque, pero después de que lo había pasado hacía algunas horas, después de haber sentido a ese hombre de esa manera, la atracción que sentía hacía él se había intensificado. Suspiró pensando en sus caricias, parecían tan dulces pero a la vez tan lujuriosas. 

Miró su Laptop recordando algo. Se acercó apenas en bóxer y la abrió. Aún estaba como la había dejado, las paginas de lo que se supone que había investigado seguían ahí, se sentó en la silla giratoria y releyó  la información que había buscado. El terror se había vuelto a sembrar en su pecho, ¿Qué se supone que haría? Estaba totalmente loco al permitir que Forth lo tocara tan siquiera, era un arma letal. 

Diaboliquement.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora