Memento mori.

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"Incluso el diablo podría obrar bien en un día"


Era Jueves y Beam había perdido totalmente las esperanzas de ver a su amor platónico. El hombre solo se presentaba allí cuatro días a la semana, desde Lunes a Jueves. No había hecho acto de presencia durante dos días, hoy era el último y faltaban dos minutos para que dieran las cuatro de la tarde y el sujeto siempre se presentaba a las tres sin minutos de más o menos. 

-¿Qué hay, cómo te encuentras? -La sonrisa de Jen apareció frente a sus ojos. 

-Hola Jen, ¿Qué te trae por aquí? -Le sonrió limpiando la barra. 

-Oh, nada realmente... Solo pasaba por aquí y quise saludarte -Se rascó la cabeza sonrojado. 

-Genial, gracias -Susurró sin saber muy bien que decir. 

-¿Quisieras acompañarme por unas cervezas después del trabajo? -Beam vio la ilusión en sus ojos.

-No lo sé, Jen... Estoy demasiado cansado. 

-Vamos, solo será una. Prometo que no la pasarás mal -Lo miró con más ansías. 

Beam terminó por aceptar. Hacía un par de meses conocía a ese chico y desde el primer instante no había perdido el tiempo con él. Siempre que lo veía, no perdía nada y lo invitaba a diversos lugares como modo de coqueteo, claro que el pelinegro no le prestaba atención, no le gustaba ni una pisca y está vez había terminado aceptando, solo para calmarlo un poco. 

El resto de la tarde transcurrió normal y ni rastro del misterioso hombre.  Tomó su bolso y acomodó su chaqueta de mezclilla. 

-Solo espero que Jen no termine demasiado ilusionado contigo -Dijo Yo, acomodándose la ropa. 

-¿Y tú para donde vas tan bien vestido? -Movió sus cejas de manera sugerente. 

-Conocí a alguien. Después te cuento, adiós -El pequeño dejó un beso en su mejilla y se fue a paso rápido. 

Salió pasando la barra y se despidió de la gerente. Vio la espalda de Jen a través del cristal y pensó seriamente en lo que le había dicho Yo, cuanta razón. No podía ilusionar a Jen, obviamente debía hablar de sus sentimientos, solo que no sabía como sacar el tema a colación. La campana sonó y el chico dirigió su mirada hacía él. 

-¿Deseas que lleve tu mochila? -Se ofreció de manera caballerosa. 

-No, estoy bien -Le sonrió esquivando su mirada de deseo. 


Ver a sus amigos jugar Xbox no era su actividad favorita, pero eso era lo único que había. Miró cansino a Pha mientras peleaba con el puto televisor como un maldito subnormal, no sabía porque la gente se idiotizaba con esos estúpidos juegos. 

-Deberías jugar -Le aconsejó Kit con su mirada aún fija en el aparato. 

-Paso, debería largarse de mi casa -Se cruzó de brazos.

-Bueno, yo realmente si debo irme ya -Él más alto miró su celular y se puso de pie para dirigirse hacía la entrada. 

-¿A donde vas, imbécil? -Frunció el ceño. 

-Tiene una cita -Dijo picaramente el Kit. 

-Con razón hueles a humano -Rodó los ojos. 

Forth se levantó del sofá de cuero y fue a por una copa de vino. Escuchó el celular de Kit y luego unos susurros junto con la puerta de entrada cerrándose. Por fin solo. Sonrió. 

Diaboliquement.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora