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Habían pasado tres meses, era algo increíble, realmente, pero Jimin se había convertido en una buena amiga, y de alguna forma le encantaba que así fuera, más cuando su novio gruñía al verlos cerca.

-Entonces nos vemos luego, Kookie -dijo ella con su voz chillona, ladeó su cabeza hacia ambos lados, logrando que los moñitos que se había hecho ondearan su cabello, mientras puchereaba e hinchaba sus mofletes, logrando un gracioso aegyo-. Adiós -se despidió volteando hacia la salida de la casa de Jungkook y dando saltitos mientras tarareaba.

Era tremendamente infantil, mimada y chillona, ¿cómo es que había caído por ella alguna vez? Ugh, ya no quería pensar en eso, arrugó la nariz en repulsión y se giró a ver a su novio que gruñía mientras hacía pucheros.

-Bebé... ahora que estamos sólos... ¿Vemos una película? -comenzó a acercarse lentamente al más bajito, este dejó de gruñir para prestarle atención y negó tiernamente alborotando sus cabellos.

-Iré a dormir -alegó cruzándose de brazos y girando sobre sus talones caminó hacia la habitación ajena contorneando sus caderas en el proceso. Jungkook mordió su labio inferior observando el trasero del más bajito a medida que se perdía en el pasillo y reaccionó al momento justo en que un dedito asomó por la puerta llamándolo sugerente.

-Si no me abrazas no logro dormir... -susurró envolviendo sus brazos alrededor del cuello del menor apenas este ingresó a la habitación.

-Entonces vamos a la cama -besó suavemente la cabeza de Jimin y acarició su cintura a medida que caminaba hacia la cama, empujando suavemente el cuerpo del mayor.

°~Fin

Él se llama Jimin, y ella también {Jikook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora