XIV Viviendo en esperanza

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No estaba desanimado, ni tampoco preocupado. Aunque no le quedaba otra, debía rodearse de nuevo de sus viejos amigos. Esos quienes habían prescindido de él en cuanto se nombró presidente del comité del atropello. Debía advertirles que había por lo que preocuparse, era un deber. Sería tonto sin no admitiese que aún les importaba. Así pues, comenzó a caminar en una dirección, una que no había escogido su desesperada madre que caminaba justo detrás con pasos nerviosos por coger su ritmo. Él lo hacía como si fuese solo, había terminado de tomarse el refresco y lo había lanzado a una papelera cercana. A dos metros, sin encestar.

-¡Scott, espera!

Nunca lo había hecho, esta vez no iba a ser una excepción. No era hora de obedecer. Y ya había comenzado a organizar la tarea, de qué forma y cuando la iba a poner en marcha. Pensó, mientras se sacó un cigarrillo, el último que le quedaba, que Remy debía ser la primera en saberlo. Luego, tal vez algo más complicado, con el cigarrillo encendido, iría a buscar a Evan. ¿Donde? Eso estaba por verse aún.

-¡Te estoy llamando! ¿No me escuchas?

Había cruzado la calle corriendo para ponerse delante de su hijo. Intentó mantener un tono relajado, aunque no era lo que le apeteciese, pero debía mantener una imagen en plena calle.

-No te había oído-Le dio una calada al cigarro y se le exhaló todo el humo a ella-¿Qué te ocurre? ¿Se te ha movido la compresa?

-Tenemos que hablar, ¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿De qué va todo esto?

-¡Ah! ¿En comisaría?-Señaló a su espaldas fingiendo estar desorientado.

-¿Qué es eso de un asesinato? ¿Has tenido algo que ver?

-Sí, soy marica y asesino. Dios, como me ponen las combinaciones bizarras.

La sinceridad era evidente, aunque su madre creyese que hacía uso del sarcasmo.

-¿Podrías tomarme en serio por una sola vez en tu vida?

-Ya lo hice, el día que te fuiste. ¿No te acuerdas? Me dijiste, sólo será una temporada con tu padre. Volveremos pronto. Pronto.

Alzó las cejas al disfrutar del rostro dolido de su madre.

-Estoy muy preocupada por ti.

-Y yo me estoy meando-La indignación le pudo y le abofeteó. No fue sonoro pero sí que escoció bastante, porque Scott enseguida se acarició la mejilla. Su madre, paranoica, miró a su alrededor para comprobar si alguien se había hecho eco de aquel acto. Parecía que una señora que caminaba con su yorkshire terrier-Vaya, te he malinterpretado. Pensé que era un juego de obviedades.

-¿Cómo voy a decirle esto a tu padre?

Se cruzó de brazos esperando seriedad por parte de su hijo.

-No se lo digas-Volvió a dar una calada a su cigarrillo, lo que irritaba muchísimo a su madre-Encontraron un muerto en el maletero de mi coche, se cree que lo hizo el tipo que me lo robó. La aseguradora tardará en pagar, pero no he tenido nada que ver. Ha sido solo una cadena de infortunios.

-Me refiero al otro asunto.

Ella alzó las cejas esperando que su hijo entendiese a qué se refería.

-¡Ah! Dices sobre mi mariconismo, ¿No?

-¿Cómo hemos llegado a esto?

-Sencillo, nací así.

-No, no naciste de esta forma. Te di una educación.

-La verdad es que sí, hay estudios.

-Tiene que ver algo con la actitud que has tomado, te ha llevado por el camino equivocado.

Autopsia de un AbandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora