V A medio camino

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Se pasaba horas despierto, su jornada de sueño se había reducido a lo mínimo. Tanto, que en los últimos días el amanecer le alcanzaba cuando decidía tumbarse en la cama. Sentado frente al ordenador, encandilado con la luz artificial de aquella máquina, pensaba y desarrollaba lo que ya se había convertido en una especie de obra de teatro. Todos los personajes se habían expuesto en el escenario y estaban actuando, para su placer.

Sobre las once de la mañana, cuando sentía que perdía el tiempo en la facultad y todo se había convertido en una excusa para no asistir, recibió una llamada de su amigo. Anhelada llamada, después de días sin tener noticias de él. Se encontraba en los baños cuando notó un sutil cosquilleo sobre el muslo mientras descargaba todo su intestino dentro del retrete. No pudo camuflar la felicidad de saber de él, al contestar.

-¡¿Cómo estás?!

El eco se hizo presente en el cubículo.

-¿Me llamaste anoche?

El tono que usó fue débil, desinteresado y pesado. De cierta forma molestó a Scott, pero entendió enseguida que podía estar cansado, algo molesto o estaba confundido. Barajó varias opciones, hasta quedarse satisfecho.

-Sí, ¿Oíste el mensaje?

-No.

-Entonces olvídalo.

-¿Era importante?

-La verdad es que no, me sentía un poco sólo pero lo suplí enseguida con una buena paja-Rió con la intención de estar en la misma frecuencia que solía mantener con su amigo-¿Te apetece que nos veamos? Charlamos un rato, echamos un cigarro y, luego, me cuentas como estás.

-No me apetece demasiado.

-Llevas días perdido, me tienes algo preocupado.

-¿Vas en serio?

-Claro-Encogió la barbilla, sabiendo que fingía y que no lo vería hacerlo-Quiero saber cómo estás, tenemos que contar el uno con el otro.

-No vayas por ahí.

Evan enseguida alzó un poco el tono, casi con enfado.

-Hemos atropellado a una mujer y nos hemos dado a la fuga.

Murmuró, con la voz tan fina que pensó que se rompería, con la esperanza que nadie que pudiese estar dentro de aquellos baños le pudiese escuchar.

-Vete a la mierda, Scott.

-Hablo en serio, ¿Cómo estás?

-¿Duermes por las noches, Scott?

-Apenas.

-Esto hace que mi vida sea un asco desde que ocurrió.

-Deja que te ayude, ven conmigo-Bajó la voz de nuevo-¿Vas a evitarme todo lo que nos queda de vida?

-Ahora no puedo, Scott.

-Esa perra te está lavando el cerebro, nos está separando. ¿Vas a dejar que lo haga? No has hecho nada malo, esto no es peor que aquella vez que prendiste fuego al local donde trabajaba tu madre, ¡Vamos! Confía en mí, te aseguro que soy la única persona en que puedes hacerlo ahora mismo.

-No siempre vas a conseguir lo que quieres.

-Siempre estaré dispuesto a correr el riesgo.

-Por ahora no quiero verte, ¿Vale? Vamos a tomarnos un respiro.

-¿Quieres echarme a mí la culpa? Está bien, puedes decirlo.

-Para.

-¡Vamos, dilo!

Autopsia de un AbandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora