XVII La tercera etapa

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«Cuando la cafetera se apaga y el contenido líquido se enfría lentamente, te queda X tiempo de vida. ¿Acaso no has hecho nada al cabo de tus días? Bueno, antes de acudir a San Pedro, tienes tu última oportunidad, X. La prórroga antes del tiempo muerto para elaborar la lista, ¿Qué pondrías?»

No habían transcurrido ni 24 horas cuando Scott ya había aparecido en casa para recoger parte de su ropa y artículos que consideraba de cierto valor. Ahí estaba incluido su ordenador, que era su principal herramienta para expresar todo lo que había ocurrido en su vida en los últimos días. Con estos cargados, se había ido hasta un motel casi a las afuera de la ciudad, al este, donde había alquilado una habitación. El momento apropiado para aparecer en casa fue cuando sus padres habían salido y su hermano, Liam, era recogido por aquel vejestorio que se dedicaba a engañar a su esposa.

Una vez se había instalado en aquel lugar, antiguo y con olor a mata ratas barato, con un baño al final del pasillo, fuera, empezó a relajarse y a plantearse cuál era el pasó más lógico a seguir. Su vida había cambiado, era un momento nuevo, una etapa recién empezada que debía encaminar de alguna forma. Aquella tarde decidió buscar un empleo, algo flexible que no le robase demasiado tiempo para desempeñar sus tareas de verano. Estaban en pleno agosto, sería un sacrificio dejarlo escapar ahora que había marcado el inicio de algo tan bello como era aquella nueva etapa. En Internet encontró varias ofertas pero ninguna le llenaba o coincidía con sus expectativas, las verdaderas se encontraban en el periódico. Empleos temporales, de fines de semana, de los que nadie quería pero todos necesitaban.

-¿Limpia platos?-Se quedó pensativo, frente a la ventana de su habitación, con el periódico en mano y el marcador rojo que usaba sintiéndose un cliché-¿Se podrá aspirar más en verano?

Lo marcó. Continuó mirando, cargado de una ilusión perezosa, y se topó con un puesto en una ferretería, de reponedor en un supermercado y ayudante en una floristería. Optó por llamar a todos ellos y sólo uno le pidió que se personase en el lugar para una breve entrevista.

-¿Debo llevar algo?

Preguntó Scott al teléfono.

-Traiga un curriculum.

Le respondieron.

Había dedicado apenas dos horas a buscar empleo y estaba agotado. Tan poco tiempo y pensaba que se había cargado la mente de tal forma que requería de un respiro. La noche ya se había echado encima, la entrevista de trabajo era al día siguiente y ahora deseaba hacer una pequeña celebración por la partida de su nueva etapa. Un brindis. Cogió el móvil, que lo había dejado junto a la televisión, y justo empezó a sonar.

Un número desconocido, que dejó sonar un par de segundos más antes de responder.

-¿Sí?-Nadie respondió-¿Hola?

-Scott...soy Remy-La voz intercalada con sollozos, apenas podía mantener un tono que le agradara-Ha pasado algo terrible.

-Es vieja la trampa del número desconocido, ¿Sabías que no te lo cogería si eras tú? Respuesta afirmativa. ¿Qué quieres? Estoy ocupado, iba a salir a celebrar cosas.

-Es Evan...ha tenido un grave accidente.

-No me interesa.

No pareció afectarle en lo absoluto, a pesar de saber de que trataba. La razón la conocía, y allí estaba frío ante su propio reflejo que ofrecía la televisión frente a él.

-¡Scott!-La voz pareció llenarse de valor y rabia-¡Es tu amigo y va a morir!

-Es lo que tiene cuando te pinchas con una jeringa mohosa.

Autopsia de un AbandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora