XXVII ¿Quién es Scott?

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Rolando el viento hacia el este, el descenso de la temperatura fue tremendo. A pesar de que el sol se alzaba en todo su esplendor, el frío se clavaba en la piel como afiladas cuchillas. Un débil siseo como las alas de un pájaro en el aire se oía al caminar por la avenida.

-Es aquel del fondo.

Remy señaló por un segundo antes de continuar devorando su perrito caliente doble con tres tipos de salsa encima y cebolla frita.

-Vamos a comer ahí, ¿Lo sabes?-Dijo Liam frotándose las manos-¿Por qué no has parado de comer en toda la mañana?

-Ansiedad-Masticaba-y antojo.

Dentro del restaurante, Liam pidió a Remy que se sentase en una de las mesas donde aún no habían retirado los platos de la última comida. Una junto a las grandes ventanas, en la entrada. Sólo había dos mesas ocupadas, una familia y una pareja de ancianos. Una vez que llegaba invierno, los desayunos eran los protagonistas pero las comidas o las cenas era difícilmente de completar el lugar. Tal vez en fin de semana. Liam fue directo a preguntar a la barra, donde una camarera: con una mano que sostenía una bandeja y la otra una libreta, le preguntó si ya le habían servido. Antes que él hablara, ella apoyó la libreta sobre la bandeja y se preparó para anotar.

-Busco a Scott.

No sonrió, usó un tono neutro.

-¿Scott?-Pareció usar un tono indeciso pero se giró hacia cocina y llamó a alguien para preguntarle:-¿Scott sigue en cocina o terminó su turno?

-¡¿Quién lo busca?!

Gritaron desde dentro.

La camarera se giró y miró a Liam, alzó las cejas en busca de una respuesta sabiendo con seguridad que él la había oído.

-Su hermano.

-¡Es su hermano!

Se escuchó un breve ajetreo en la cocina y la puerta se abrió de pronto. Una señora de baja estatura, de aspecto tosco y con el pelo recogido en una redecilla, sonreía secándose las manos en el delantal.

-¡Madre mía!-Exclamó como si lo conociese, como si lo recordarse de algún momento. No le resultó nada cómodo a Liam, quien se separó un metro de la barra al tener la sensación de que aquella mujer saltaría por encima para abrazarlo-¡Pero como os parecéis!-La seguía escuchando pero a partir de ese momento solo parecía oír ruido. No quería ser maleducado así que con un carraspeó la detuvo y preguntó sin vergüenza.

-¿Sabe dónde vive?-En cuanto supo que ya había terminado su turno, Liam pensó que lo mejor era verlo en su apartamento. Allí no habría interrupción-Es urgente.

-Claro, claro-Asintió la señora al mismo tiempo que la camarera arrastraba la bandeja por la barra y se la llevaba bajo el brazo para atender a un señor que acababa de entrar al restaurante.

La mujer hurgó en un cajón, junto a la caja registradora, para coger un bolígrafo. Arrancó un trozo de papel de una libreta y empezó a anotar. Liam notaba como levantaba la vista para mirarlo, lo que le hizo sentirse algo impertinente y desagradable, así que se apresuró en coger el papel y agradecerlo antes de que aquello fuese a más. Caminó hasta la puerta, avisando a Remy que debían de marcharse, y la señora gritó algo alegremente que Liam no entendió. Todas las cabezas de las mesas se volvieron hacia él. Parecía molesto, no le sentó demasiado bien. Al llegar a la puerta, después de empujarla y dejar salir a Remy primero, echó una mirada hacia atrás, y se sorprendió de encontrar sus ojos fijos en él.

Todo estaba lejos de ser maravilloso y fácil, lo sabía mientras caminaba a lo largo de la fría calle, que en cuanto lo viese llegar e invadir un espacio que había construido para él solo, Scott atacaría como una fiera bestia. Remy le contó por el camino que la noche que estuvo con él, cuando le entregó el álbum, le había pedido de manera educada que no volviese a su vida, que no le llevase el pasado hasta él, y Liam estaba a punto de hacer eso. Parecía como si hubiese olvidado el último encuentro, allí en el cementerio, donde le dejó claro que no había lugar para su hermano, amigos o alguien más de poca relevancia. Aquel día fue distante, frío y desagradecido, porque ni siquiera quiso recibir un apoyo por la pérdida de un amigo.

Autopsia de un AbandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora