CAP 4/ lazos sanguíneos

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— es muy hueca y caprichosa, si viera cómo trato a la encargada de la tienda. — le dije a la reina tenía una hora explicando el porqué no servía la última candidata.

— no sirve que tengamos alguien bonito pero hueco, muy en el fondo tenía esperanzas en ella.

— aún quedan dos ¿no?.

— solo una.

—me dijo que eran dos, ayer.

— mi secretaria busco las mejores candidatas.— no les conté que la reina tiene un foto de cada chica con su currículo. — la otra chica no se si quiera aspirar a reina.

— ¿por qué?

— no se, para mí es la mejor candidata, ¿sabes?, es estudiada, inteligente, con un carácter que se que a mi hijo le encantará.

— ¿y por qué cree que no estaría interesada?— le pregunté, la reina sacó de la carpera la foto de la chica y cuando la vi me quedé de piedra.

— ¿por que yo?

— por que eres la hija de las dos personas mas influyentes del país, por eso esta en la lista. Y creo que no te interesa ser reina o ¿si?.

— claro que no, imagínese Izan y yo somos como hermanos.

— entre ustedes no hay lazo sanguíneo. — dijo sonriendo, esta conversación me ponía nerviosa.

— como si lo fuera, ¿desea algo más?.— pregunté poniéndome de pie, estaba muy nerviosa.

— no, puedes retirarte, mañana estarás libre.

— gracias.— dije antes de salir, verdaderamente estaba muy aturdida con esa conversación, ¿la reina me creía buena candidata?

Camine hasta casa y cuando entre vi a mi madre sentada en la sala leyendo algunos documentos.

— mi niña, siéntate aquí.— me hizo espacio.

— hola, mamá.

— ¿que tal tu día ?

— un poco aburrido, esta última chica  era la peor de todas.— dije colocando mi cabeza sobre el regazo de mi madre. — ¿y a ti?

— hoy estuve más tranquila que otros, pero sabes que siempre tengo mucho trabajo.

— ¿ podrás estar en la fiesta de Gael?

— Sí,— creo que perdí la cuenta de las veces que se lo había preguntado—debes ir a comprar un vestido.

— tengo varios, alguno poder usar.

— no hija, ese día mucha gente estará pendiente de ti, aun hay gente que no sabe qué volviste.

— ya pensare.

— mas te vale, esa noche puede que conozcas a alguien.

— no te adelantes madre. Tampoco estoy apurada.

— yo tampoco estaba apurada y llegó tu padre.

— el mas guapo del reino.

— sí , ahora tu hermano está ocupando ese lugar. — me reí.

— los ves con ojos de amor.

— es cierto.— sonrió al decirlo.

Me levanté y antes de subir a mi habitación le di un beso a mi madre en la mejilla , hoy le dije a Mirna que me sirviera la cena en la cama, mientras veo una película en el computador. Cuando estoy a punto de empezara ver la película siento que mi teléfono suena y veo que es Izan.

— hola.

— ¿ya estas lista?

— ¿para que?

— te dije que hoy íbamos a cenar.— la cena!!!, pense que era broma.

— eh...

— se te olvido, es mi culpa no te confirme en la tarde.

— Ya me visto y bajo.

— ponte comoda, no vamos lejos, y trae un abrigo.

Me cambie rápido, me coloque un jean y una sudadera con unos tenis blancos, cuando baje Mirna estaba con Izan en la cocina riendo, ella siempre lo consintió y entre los dos hay una conexión especial.

— ¿de qué se ríen?— dije al entrar.

— de ti, recordamos cuando te caíste de las escaleras por pintar una flores en el marco de tu puerta. — dijo Mirna.

— no se rían, estuve 3 meses con un yeso gracias a eso.

— y Gael y yo te llevamos a todos lados.— me recordó Izan.

— mejor nos vamos.— dije.

— sí , nos vemos Mirna.— dijo el príncipe y el dio un beso sonoro en la mejilla.

Caminamos hasta su auto, cuando abrió la puerta y entre percibí el olor a pizza que impregnaba el auto. Cuando Izan entro al auto le pregunté.

— ¿de dónde sale ese olor?.

— de la parte de atrás.

— ¿y adonde vamos?

— ya verás.

Encendió el auto, estuvimos en marcha como 5 minutos, se que aun estamos en los terrenos del castillo, estaciono, cerca de la laguna. Bajamos y vi que había una especie de choza cerca de la orilla de la laguna, caminamos hasta allí con la caja de pizza y las gaseosas que trajo Izan. En la choza había una mesa con sus bancos, nos sentamos y me dedique unos segundos a ver todo el paisaje.

— la construimos hace un año. — dijo Izan, refiriéndose a la choza.

— está muy bien ubicada, recuerdo cuando veníamos de niños, siempre nos bronceamos de más y nuestras madres nos regañaban.

— de noche es mucho más bonita. Cuando quiero escapar vengo un rato.

— es espectacular.

— si,— dijo e hizo un silencio.— vamos a comer antes que se enfríe.

Cominos la pizza y hablamos de muchas cosas, ya no me preguntaba como había estado con las candidatas. Cuando terminamos de comer, se sentó a mi lado simplemente y observamos las estrellas por un rato hasta que el rompió el silencio.

— tengo miedo.

— ¿de que?

— me da miedo escoger mal, todo lo que me viene ahora es por lo que he trabajado desde muy niño. Pero nunca pensé buscar a la persona con la que pasaré el resto de mi vida así de rápido.

— me imagino cómo se siente. Por eso estoy de vuelta, después de terminar la universidad me vi en un punto de la vida donde no se que hacer, tú por lo menos tienes la ventaja que te has preparado para eso yo no; no sé aún qué hacer con mi vida.

— sabes que amo trabajar para la gente, servir a mi pueblo siempre ha sido mi pasión, pero soñé toda la vida con hacerlo con una mujer a la  que ame— escucharlo hablar, me causaba un hueco en el estomago, sentía el dolor en sus palabras, tenía unas ganas inmensas de abrazarlo.

— no se que decirte, sólo quiero que sepas que estaré allí, para ti. Siempre sere tu amiga, si tu esposa lo permite.

— pues tendrá que aceptarte, además gracias a ti ella llegara a mí. — era cierto yo estaba haciendo todo para que una desconocida llegará a Izan, y ni estaba contenta con ello, siento que me estoy traicionando a misma.— creo que tu serías la candidata perfecta. — soltó en voz tan baja que apenas logré escuchar.

— es imposible, somos como hermanos.

— no  hay lazos sanguíneos entre nosotros, Enara. 

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ay Dios mio...

Se busca una Reina EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora