Capítulo 5

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Día tres.
         Nos encontrábamos en día miércoles. Miércoles veinticinco de marzo. La noche anterior habíamos estado hablando con Richard. Lo que ya les relaté hace poco. Quedamos en platicarlo al siguiente día y que fuéramos a nuestras casas. Sencillo. Nada complejo de su parte. Por ende, debíamos de hablarlo hoy.
Comenzamos el día, en la secundaria, con el miedo de que podía pasar con Bill. Estábamos muy atentos a que podía pasar. Mirábamos hacía todos lados. Izquierda a derecha. Arriba a bajo y viceversa. Temíamos que pudieran hacernos algo, bueno... yo temía. Yo tenía miedo. Richard estaba muy tranquilo. Como él me dijo "no me han tentado del todo". Era cierto. Estaba muy tranquilo. Aún se encontraba en su modo "pacífico" y nada de eso cambiaría a pesar de que él se saliera de quicio.
Pasó el día, le cubría la espalda a Richard de cualquier imbécil. Pero nadie me la cubría a mí. Él estaba como si nada. Le estaba dando igual todo. Bueno, las clases no. Siempre ponía atención y respondía perfecto, pero en el caso de "bullying" le dio igual. Seguía controlándose. Lo admiraba. Ni yo era tan "pacifista" como él. A mí me empujaban, y ya estaba devolviendo el empujón. Sin embargo, con estos bravucones no se podía. Ya lo había tratado, pero me fue mucho peor. Terminé muy golpeado, jamás te enfrentabas solo ante Bill, siempre era con sus amigos alrededor ayudándole. Todo un cobarde.
         Apenas eran las diez treinta de la mañana y ya estaba sudando del miedo. Richard... ya ni sé cómo describirlo. Estaba demasiado relajado. Cualquier otro se estaría cagando en los pantalones, como yo, pero él... saber qué pasa por su mente.  Sin embargo, ese día no pasó nada. Bill solo nos vio de reojo, no se nos lanzó encima para darnos una buena lección, no nos hizo sufrir como todos los días. Era el primer día, en todo el año, que pasé sin sufrirlo. A pesar de ello, tenía una inquietud. Ese "reojo", que no nos molestara... tenía su explicación. Algo mucho más grande se avecinaba, y Richard y yo lo sabíamos. Yo sentía que algo... quizá como una buena golpiza se nos venía encima. Richard... pues él no sentía nada. Eso supuse.
Acabó el día escolar, y nos dirigimos a "Mertz". El parque. Ahora, era como un refugio. Estaba muy alejado del vecindario cercano a la secundaria. Eso era una ventaja, ya que nadie nos seguía o se acercaba a ese sitio. Muy conveniente para idear o hablar sobre planes o posibles ataques. Eso pensaba yo. Sin embargo, ni nos acercábamos un poco a ello. Richard me pidió que fuera, solo para contarme unas cuentas cosas.

- ¿Quieres saber cómo supe tu plan? - dijo, en tono bajo.
- Claro, quiero saber que tan difícil te fue saberlo, o en otro caso, que tan fácil fue; para luego ser mucho más cuidadoso con ello - contesté ambiciosamente.
       - No fue difícil. Debes ser mucho más cuidadoso si quieres salirte con la tuya - respondió.

Al parecer, si fue una gran cagada la que cometí. Ni le costó averiguar. Quizá hasta un maestro sabía de mi plan. Ahora que lo pienso, jamás me percaté de las cámaras en los pasillos de las secundarias. Los conserjes. Los catedráticos de disciplina. No había pensado nada bien mi plan. Pensé lo básico, pero lo que lo rodeaba, nunca me pasó por la mente.
Cuando Richard estaba a punto de mencionar como lo supo, como lo averiguo; su celular sonó. Empezó a sonar muchas veces. Parecía acoso y no pensaba dejarlo así. Tomó su celular y habían alrededor de... ¿veinte, quince mensajes? Algo así. Todos de amenaza.
         No se abrió ni uno. Los dejó ahí. No le importaron. Sin embargo, hubo uno que no lo iba a pasar dejar. Tocaba la temática de su "hermana" y como ya les comenté, Richard jamás dejaría que tocaran a su hermana de ningún modo. Fue enviado de un número totalmente desconocido.

       - Si tu no das la cara, la cara la dará tu hermana - decía el mensaje.
       - Atrévete - contestó Richard.

No necesitaba de más palabras para responder. Ella era su talón de Aquiles, y si la tocaban, creo que Richard saldría de su zona de confort. Sin embargo, Richard no pensaba que hacía. Mencionaron a su hermana y el actúo por impulso. Fue el único mensaje que leyó y eso lo sabía los abusadores. Era obvio que su hermana era una debilidad para él. Lo que nadie sabe, es cómo Richard puede reaccionar. Jamás se le ha visto pelear, jamás se le ha visto hacer algún acto de violencia, pero por su hermana, sabríamos que lo haría.
       El tema de "cómo lo supo" se había desvanecido. Ni uno de los dos lo trajo de nuevo a la charla. Solo hablábamos de que no molestaran a su hermana. De qué se podría hacer para evitarlo. Pero evitarlo, creo que no se podía. Era muy inminente el acoso que se acercaba a su hermana. Ya estaba advertido. Richard tenía que dar la cara. Sin embargo, no se sabía que le podría pasar. Si lo golpearían, si solo era una charla... no se sabía. Esa era la inquietud de ambos.

- ¿Qué crees que pueda suceder si doy la cara? - me preguntó.
       - Primero, tú no deberías de dar la cara. Quien hizo todo, fui yo. Yo debería de darla. Aunque respondiendo tu pregunta... no lo sé, amigo. Es complicado. - contesté.

Richard se quedó un tiempo pensando y analizando alguna cosa. Supongo que la situación en la que se encontraba. Bueno, en la que nos encontrábamos. Éramos un equipo.

- ¿Qué piensas que debemos hacer? - dijo.
- Me haces unas preguntas algo complicadas. Si no vas, te advirtieron lo de tu hermana. Y si vas... no sabemos que te pueda pasar. No te tengo una respuesta, lo siento - dije.
- Vamos a casa, veré que hago. Debo de pensarlo - dijo.

Regresamos a nuestras casas, no sabía que haría Richard, supuse que el próximo día me lo diría. O dejaba la amenaza en el aire, o realizaba algo. Era momento de actuar, según yo. Según Richard, creo que no. Hasta que ya no fuese ni un poco pacífico con ellos...

Richard VendettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora