Capítulo 9

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Día cinco.
Tras el pleito que se armó entre Richard y Bill, no ocurrió nada más. Simplemente se alejaron y se fueron a sus casas. Nada más ocurrió. Sin embargo, Richard se encontraba atento a cualquier repercusión que los golpes le podrían traer. Ya fuera una repercusión escolar, incluso hasta familiar.
Estos chicos, como Bill, que causan terror, que son los productores del bullying, resultan ser los más maricas al momento de que se les golpea o molesta. Si uno lo golpea, él lo dice a su mamá, papá, y demás personas. Pero si a uno lo molestan; no puede abrir la boca. ¿Qué lógica tiene ese? Ni una en absoluto. Pero así son los abusadores. Maricas.
       Ya era un nuevo día. Para ser más concretos, era viernes. Un viernes común y corriente como los demás. Sabíamos que se podía agravar la situación con Bill, por lo que solo lo esperamos todo el día. Llegamos a la secundaria, y lo estuvimos esperando a que llegará y nos golpeará, lógicamente. Es lo que hacía diario. Sin embargo, ese día no llegó Bill. Quizá fue por la golpiza que Richard le dio, había quedado aun más feo de lo que ya era, o... no sabíamos. Pero ese día, sin duda alguna, no se le vio en la secundaria. A pesar de ello, sus amigos siempre llegaban. Aunque no nos molestaran a nosotros, molestaban a otros; como a Mason. Era típico que lo molestaran.
       Al receso, o hora de la refacción, como gusten llamarle, el teléfono de Richard sonó y sonó. Tomó el móvil y respondió.

       - Richard, veámonos en el campo, debemos de hablar - dijo Sara, con una voz cristalina, según Richard.

No lo dudó, Richard fue al campo y su hermana, su bella hermana estaba ahí. Le entregó un sobre. Un sobre que alguien había metido en su casillero. ¿Quién pudo ser? Creo que ni lo sospechamos, pero no dudamos que fue Bill, o los amigos de él. De hecho, no pudo ser Bill si ese día ni se presentó en la secundaria, sin embargo, sus amigos sí. Podía ser una advertencia de nuevo.

       - Richard, ¿qué ocurre? ¿Te están molestando? ¿Por qué se están metiendo conmigo? Por favor, dime. Necesito saber, puedo ayudar - dijo, mientras le daba el sobre.
       - Gracias por el sobre. Ve a casa y no salgas, ¿escuchaste? Te explico luego - respondió.
       - No, ¿qué pa...? -
       - ¡VE A CASA! - interrumpió Richard - ¡Ahora! - agregó.

Sara estaba totalmente perdida, no tenía idea de que ocurría. Era claro que tenía sus sospechas, pero a pesar de ello, tomó camino a casa.

- ¡Sara! ¿Has abierto el sobre? - preguntó, mientras ella se iba.
- No, solo te lo entregué, tal como lo dice ahí - respondió.
- De acuerdo, ve con cuidado - dijo.

Tomó el sobre, leyó las palabras "Dáselo a tu hermano" y la abrió. Como era de esperar, era una disque carta. Las cartas son de amor, amistad, cosas cursis, o por el estilo. Pero ¿Bill? ¿Hacerle una carta a Richard? Ni cerca. Si era algo, era una amenaza. Punto. Sacó la "carta". Y comenzó a leerla.

Queridísimo estúpido:

Mediante esta mierda, te quiero dar a conocer que... ¡ME VOY A COGER A TU HERMANA! Más vale que la cuides. Te dije que lo ibas a pagar y así será, pedazo de mierda. Cuida de toda tu familia, no sabes que les puede pasar. Quizá tu madre y hermana hagan un trío conmigo, no lo sabemos. Y tu padre... ese señor, quizá muera. Como tu, hijo de puta.
Si fuera tú, no mandaría sola a tu hermana a casa, ve, cuídala. No la dejes sola, imbécil.

Eso decía la disque carta. Fuerte. Sin embargo, no era todo. Había un sobre más. Richard lo sacó.

"Encontraste lo demás, bingo, estúpida. Bueno, te dejó un condón acá, era el que usaría con tu hermana pero prefiero ser tu cuñado. Ve con ella, no sea que le pase algo".

Eso decía lo demás. Y no era broma, si había un condón o preservativo dentro del sobre, del sobre extra.

- Nathan... mi hermana... ¡Sara! Carajo. Hay que ir por ella, ¡Ya! - dijo.
- Yo voy por ella, quédate aquí - le dije.
- ¿¡Qué!? ¿Tú solo? No seas estúpido, vamos, los dos - respondió.
- ¡TE QUEDAS! No está a discusión - dije.

Ya no dijo nada, y salí corriendo por ella. A buscarla. Se había ido caminando; por la avenida "Etienne". Seguí esa avenida, pero no estaba en ningún lado. Busqué por todas las calles y no estaba. Llegué a la casa de los Larson. Y toqué con la aldaba de la puerta. Volví a tocar. Seguía tocando. Nadie abría. Hasta que... Sara apareció. Ella abrió, había pasado lo peor por mi cabeza. Ella estaba bien; eso era lo importante.

       - ¿Nathan? ¿Qué pasa? - preguntó.
       - Nada, no ocurre nada. Todo está bien - respondí.
       - ¿Te mandó mi hermano? Como a ese chico... ¿Mason? - dijo.
       - ¿Mason? ¿Qué pasa con él? - pregunté.
      - Él vino a dejarme a mi casa, dijo que era amigo de Richard - respondió.

Escuché eso, y salí corriendo de ahí. ¿Mason? Protegió a Sara. Quizá sabía algo de Bill. Del plan que armaba para "secuestrarla", supongo.
       A pesar de todo, Mason no estaba en ningún lado. Llamé a Richard y le conté todo. Ambos buscamos por separados en todo el vecindario. No estaba. ¿Qué carajos? Mason decía no ser nadie en nuestras vidas, y salió cuidando a Sara, ¿por qué? Esa pregunta estaba en mi mente, gira y gira. No me lograba ser respondida. Sin embargo, así seguiría, hasta que... Richard se comunicó conmigo.

      - Lo encontré - dijo.
      - ¿Dónde estás? Ya salgo para allá. Dime - respondí.
      - Frente a la casa de Bill... - dijo.

Richard VendettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora