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Un joven azabache conducía tranquilamente por las calles de Stoke, mientras ponía música jazz, esa música, era un total deleite para sus oídos, pero en cuanto divisó a unas calles como golpeaban y llevaban a dos tipos a un callejón, el azabache no tardo en sonreír más.

Aparcó en un lugar lejano al donde iba a ir, no quería que nadie sospechara.

Fue con cautela hacia el callejón donde venía el secuestro, y como esperaba, había un sótano al terminar el lugar.

Cuando abrió la puerta de este, su sonrisa se alargó aun más.

Ver como esos dos hombres pedían piedad descontroladamente a esos dos tipos de pasamontañas, esos dos tipos que estaban a su cargo.

- Buen trabajo señores, esto es justo lo que quería... - dijo el hombre verdoso, haciendo su voz aún más rasgada de lo que es.

- ¡¡Por favor déjenos ir!! - dijo uno de los hombres que estaban amarrados de las muñecas y estaban de rodillas.

- ¡¡Tengo esposa e hijo!! -dijo el otro con dolor en sus ojos y lágrimas secas en sus mejillas, agradable a la vista del azabache.

- Que pena señor... ¿David? Así es como te llaman, ¿verdad?, pues de diré algo, y eso viene para ambos. Nadie, y repito ¡nadie se mete con Murdoc Niccals Faust! -dijo el azabache con coraje en su mirada, y una sonrisa sádica que nadie le había visto en su vida.

Con paso tranquilo, fue detrás de los acusados y cogió dos armas de su chaqueta, ambas de alto calibre.

- ¡¡¡Por favor no lo haga!!! - pidió desesperado David mientras el otro solo sollozaba, los dos hombres que estaban al mando de Murdoc solo retrocedieron hasta quedar lo bastantemente lejos.

-"Por favor no lo haga" esa frase fue la que yo use hace 10 años ¿lo recuerdan?

Hace diez años, ese día donde lo agredieron, ese día donde lo violaron brutalmente, y esos dos hombres los cuales el azabache tiene a su merced fueron responsables.

- ¡¡¡POR FAVOR!!! -dijo David con toda la fuerza que tenia.

Sin decir más, Murdoc apretó el gatillo de ambas armas disparandole a ambos hombres, quienes gritaron de dolor al sentir la bala en su carne.

- ¡oh que pena! -dijo el verdoso fingiendo preocupación -¡mi puntería es tan mala!, no les di en partes vitales, permitenme otro intento -y como dijo disparo otra vez pero como antes, no les dio un lugares vitales.

Los gritos de David y su acompañante no paraban de surgir, y no paraban gracias a que Murdoc les disparaba una y otra vez frente a sus cuerpos.

La sonrisa sádica del azabache se espandia aún más, que hasta hizo que sus ayudantes se asustaran. Para Murdoc, definitivamente este sonido era mejor que el jazz.

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Esto es como para saber hasta donde llega el sádismo de Murdoc, aunque creo que esto es muy poco.

He's My JesusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora