parte cuatro

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—Vuelvo en la tarde, abuela.

—¿De verdad tienes que salir, Jinnie? hace frío allá.

—Me llevaré abrigo, nos vamos en la tarde.

El pelinegro salió, caminaba lento mientras se colocaba los auriculares a cada lado de sus orejas. Mirando lo bonito y a la vez tenebroso que se veía el bosque a estas horas de la mañana, el sol no golpeaba por las nubes como siempre de este lado de la ciudad, pero aún así era claro.

Llegó al pueblo donde ya comenzaban a conocerlo, una; por ser nieto de una de las personas más viejas del pueblo y dos; comenzó a visitar el pueblo diario, viajando por distintos lugares, había comenzado por los puestos de artesanía que se encontraban, los juegos, los puestos de comida chatarra y cuando su abuela le comenzó a contar sobre los vampiros su lugar visitado favorito comenzó a ser la biblioteca y después de ella caminaba hasta la cafetería para poder organizar sus pendamientos y aclarar todo lo que había leído en el día, como si fuese un debate mental.

—Ya he escuchado hablar de ti.

Le dijeron asustándolo, ¿aquí las personas eran así? siempre llegando de improvisto.

Jinyoung lo miro y el miedo le inundó. Sus ojos eran negros profundo, al igual que su cabello, palido y delgado. Bajó la mirada ignorandolo. No debió salir.

—¿No hablas?

—No con tipos como tú.

—Eres una lindura.

Dijo JB, sentándose frente a él en una silla de la cafetería.
Luego, alguien más se sentó a un lado de él, demasiado cerca. Lo miró y agradeció internamente al ver a Mark, sentado a un lado de él, cuidándolo. Jinyoung miró la mano de Mark acercarse al pecho del que estaba frente a ambos y después de unos segundos el castaño habló;

—Vete.

—Uy, perdón.

JB rodó los ojos y se fué. Jinyoung respiró con dificultad, cerrando los ojos y negando varias veces, se sentía cansado y con sueño, sobretodo, tenía frío.

—¿Estás bien?

El castaño acunó el rostro del morocho entre sus manos, mirando sus ojos, unos ojos los cuales les faltaba una chispa.
Jinyoung negó, no se sentía para nada bien.

—No dejes que se te vuelva a acercar, ¿de acuerdo?

Asintió. Mark colocó su mano en el pecho del morocho y le devolvió lo que JB le había alcanzado a quitar. Una pequeña parte del alma, pero no por ser pequeña quería decir que no importaba.

El morocho se dejó caer cansado en los brazos de Mark quien lo recibió con una mirada enternecida, pensó en lo débil que debe de ser el morocho para que un simple traspaso de alma lo deje de esta manera, entonces, la mirada enternecida desapareció abriendo paso a una preocupada, si esto le ponía así no creía que aguantara el cambiar de especie y moriría en el intento.

Cerró los ojos negando.

Se levanto con Jinyoung en brazos y lo llevo cargando hasta la casa de la señora Kim, abuela del morocho.

—JB lo intentó.

—Mark...

—Lo sé, estoy arriesgando la vida de la persona que amo.

La anciana lo miró preocupada, le guió hasta la habitación del morocho y Mark lo recostó en su cama. Se sentó a un lado de él y acarició su mejilla.

—¿Puedo?

Le preguntó a la abuela quien negó.

—Déjeme sellar mi amor...

Ella no pudo evitar la mirada de Mark y terminó por darle consentimiento.

Mark se acercó a los labios del menor y le besó con cuidado, un beso pequeño, inocente y sin querer aprovecharse del estado del menor.

—Me tengo que ir, señora Kim. Por hoy... no puedo.

—No puedes, Mark, ¿cómo voy a proteger a mi nieto?

—Lo siento... Jinyoung es alguien especial, algo raro en su especie, él tiene algo que atrapa y usted lo sabe y no me lo quiere decir.

—Mark...

Y sin más, el castaño salió de esa cabaña, corrió lejos, pero no tanto como para no dejar de sentir al menor. El alma de Mark estaba tan unida a la del menor que si él estaba en peligro, Mark lo sabría.

〖someone like you〗  ;m.j Donde viven las historias. Descúbrelo ahora