parte once

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Jinyoung sintió los miles de pedazos clavandose en su espalda, abriendo la piel, sentía el dolor inimaginable. Se atrevió a ver a la persona que lo tenía tirado en el suelo, le entró un miedo terrible, la persona que lo tenía en ese estado era él mismo, con cabello negro y destellos platino, piel sumamente palida, ojos negros y con un odio tremendo en estos.

Tres golpes en la puerta fueron suficientes.

Mark se asomó un poco atrayendo la mirada de Jinyoung, el cual asustado y ya teniendo el llanto en su garganta le pidió que no le hiciera daño.

—Sabes que lo último que haría sería hacerte daño. Te traje el desayuno.

Mark entró a la habitación y Jinyoung se movió rápido mientras que el miedo lo consumía, el movimiento provocó que Jinyoung se lastimara el brazo, pero aunque fue un dolor desgarrador por la misma razón que aún sentía los pedazos de vidrio en su cuerpo a causa de su sueño, quizo alejarse lo más que podía de Mark.

Se sentó en la cama, llegando al rincón del cuarto, mirando los movimientos del castaño quien dejo la bandeja con el desayuno en la cama del pelinegro. Mark abrió las cortinas de la ventana y entró un poco de luz, luz que no era intensa gracias a que las nubes de ese lugar siempre cubrían el sol.

El pelinegro se puso de pie y buscó ropa limpia en su armario, mirando de reojo que Mark no se le acercara. Caminó a la ducha y se dió un baño con agua fría, bajó corriendo a la sala y se puso su abrigo, tomó su mochila guardando su móvil en esta y antes de que pudiera salir de la cabaña su abuela le llamó.

—¿Adónde vas?

Preguntó ella.

—Buscaré a alguien. Vuelvo más tarde...

—No vas a salir, Jinnie. Estás lastimado, en este momento eres mi responsabilidad, no debo dejar que te ocurra nada.

—Estoy bien, abuela...

—Tú no vas a ningún lado.

Ahora le habló Mark que se paró en medio de las escaleras, se le notaba molesto y eso asustó a Jinyoung.

—Abuela, tengo que buscar a un chico.

—No, Jinnie.

Jinyoung miró sus tenis vans sintiéndose nervioso, si decidía correr Mark lo atraparía en cuestión de segundos. Jaló las mangas se su abrigo y metió sus manos en los bolsillos del mismo.

—Usted dice que debe protegerme, pero tiene metido en casa a la persona que ayer intentó matarme y no quiere que salga a buscar a quien me protegió de él.

—Háblemos, Jinyoung.— pidió Mark.

—No. Por favor, abuela, déjeme salir.

Mark comenzó a bajar las escaleras mirando a Jinyoung, al pelinegro le temblaron las piernas y antes de que Mark pudiese acercarse más, abrió la puerta y huyó. Corría escuchando las pisadas de Mark detrás de él.

Cuando el castaño alcanzó a Jinyoung, que no tardó mucho en hacerlo, lo sujetó del brazo para que dejara de correr, para su mala suerte lo sujetó del brazo herido, gesto que provocó que Jinyoung cayera arrodillado mientras soltaba un gemido de dolor.

El rojizo le soltó el brazo rápidamente viendo como Jinyoung lo juntaba a su pecho y con el otro brazo se abrazaba así mismo.

—Lo siento, lo siento...

Pedía Mark poniéndose de cuclillas a un lado de Jinyoung.

〖someone like you〗  ;m.j Donde viven las historias. Descúbrelo ahora