Capítulo 17

9K 595 79
                                    

Intento con todas mis fuerzas no explotar en una carcajada al ver a Evan frente a la puerta de los vecinos de arriba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Intento con todas mis fuerzas no explotar en una carcajada al ver a Evan frente a la puerta de los vecinos de arriba. Ellos son unas personas muy conservadoras, en su mente seguro están enviando a mi amigo directo al infierno.

No pierdo la oportunidad de grabarlo para poder chantajearlo en un futuro, esto me servirá de mucho. Casi puedo sentir a mi diablo interior felicitándome mientras el ángel niega en desaprobación.

Cubro con mi mano libre mi boca, y trato de ocultarme un poco más. ¿Recuerdan cuando dije que no quería verlo en ropa interior a menos que luciera como aquellos modelos de Calvin Klein? Bueno, fácilmente podría ser una de las imágenes principales para la campaña publicitaria ¿Quién habría pensado que luce así cuando se mira con un blandengue? Qué guardado lo tenía. Hay que admitir que Evan es bastante atractivo, pero el hecho de que luzca como un Dios griego le da un plus.

Casi siento un poco de remordimiento por él, viéndolo ahí, tan incomodó y rígido como una estatua, pero se me pasa rápidamente cuando recuerdo su castigo.

—Si yo gano, tú tendrás que mostrarme ese sexy conjunto de encaje negro, Abejita—propuso.

Bufé.

—Si yo gano, tendrás que ir arriba con los vecinos del once en calzoncillos a pedir azúcar.

—Hecho— dijo sin dudar, parecía confiado de sí mismo en ese momento— Ya quiero verte, ¿Quién diría lo que escondes debajo de esas fachas?

Lo fulminé con la mirada.

—Cierto, la regla de las fachas— protestó.

Río ante el recuerdo.

Pobre imbécil.

Debo admitir que es bueno en el ajedrez, pero tendrá que esforzarse más a la próxima. Yo jamás he perdido una partida de ajedrez.

Edna, la vecina conservadora, y su esposo lo miran con el rostro desencajado, el señor reacciona y cierra la puerta en un fuerte golpe dejándolo ahí parado con una sonrisa incómoda en el rostro y sosteniendo una de las tazitas de la Bella y la bestia que me regaló mi mamá en la Navidad pasada.

Patético.

***

Han pasado dos días desde que Evan fue a pedirle azúcar a los vecinos, y aún sigue discutiendo conmigo alegando que ha perdido su dignidad. Creí que pasar tiempo con él sería incómodo, pero hasta el momento ha sido muy divertido.

—Ya deja de llorar— me burlo y tomo una cucharada de mi cereal.

Bufa.

Definitivamente, tal vez ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora