Capítulo 22

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—Vaya, te bañaste

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—Vaya, te bañaste.

Evan suelta una carcajada antes de negar con la cabeza y seguir lidiando con el moño del esmoquin.

Falta poco para ponernos en camino a la boda y aún no sé si es buena idea asistir. Siento que es demasiado íntimo el hecho de ir y conocer a su familia, sé que sólo somos amigos pero aún así lo siento de alguna manera extraño.

—Una pizza por tus pensamientos, Woodfoth.

Una mirada furtiva es lanzada en su dirección.

—¿Qué?

—¿Woodforth?

—Está bien— se rinde— Abejita.

Últimamente, o para ser específicos, desde que le había dicho "Rowling" él había agarrado la costumbre de pronunciar mis apellidos también. No es molesto, sin embargo, tampoco me agrada. Me hace sentir en la escuela cuando el profesor de literatura nos llamaba a cada uno sólo por el apellido.

—Vamos, mujer. No tenemos mucho tiempo, andando.

Siguiéndolo a regañadientes, continuo preguntándome si esta fue una buena idea. A medida que pasa el tiempo comienzo a tener la sensación de mis manos sudorosas, llevo las manos a mi regazo secándolas un poco en la tela del vestido.

No soy consiente del momento en el que estaciona el auto. Ha pasado alrededor de una hora que en realidad se ha sentido como cinco minutos.

Hemos salido de la ciudad para adentrarnos en una casa. No, esa no es una casa, es una maldita mansión. Alrededor hay muchos más autos estacionados, y todos parecen ser autos bastante caros. Ni si siquiera caí en cuenta del momento en el que entramos en la residencia, por el espejo retrovisor alcanzo a ver una caseta donde el guardia de seguridad se encarga de hacer pasar a cada coche. Vaya.

—¿Por qué no me dijiste que eras rico?

—Porque no lo soy.

—Es una mansión, Evan.

La manera en que se recarga en su asiento es totalmente despreocupada, como si no fuera la gran cosa, como si no fuera una súper noticia. Se encoge de hombros.

—Es la casa de los abuelos.

—Claro.

—La casa en donde me crié no es ni la mitad de esta, créeme. No te sorprendas. Cuando papá se fue y la abuela tuvo que ayudarnos mi madre casi no quiso aceptar nada, ella siempre ha sido una mujer orgullosa.

La manera en que lo ha dicho ha sido como si fuera una tema tan normal, sé que es un tema difícil para él si quiera mencionar una pequeña cosa de su padre, me halaga que hablara de esa forma tan natural conmigo. Me limito a sonreírle y bajar del auto. En la entrada de la casa—mansión—hay un montón de flores elegantes que ni siquiera tengo idea de cómo se llaman. Terminamos de subir las pequeñas escaleras y nos adentramos en el lugar. Vaya si no es una fiesta elegante, no ostentosa, pero aún así elegante.

Definitivamente, tal vez ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora