Haber combinado vodka y tequila no fue una buena idea, siento mi cabeza dar vueltas. Ugh, y yo sólo quería divertirme un rato y olvidarme del día.Ay no, voy a vomitar.
Evan es el más cercano a mí así que apoyo mi mano en su hombro tratando de llamar su atención. Él vuelve su mirada a mí con el ceño fruncido.
—¿Por qué das vueltas?— mi voz se oye rasposa por el vodka.
—¿Vas a vomitar? ¿ahora?— mi vista es algo borrosa pero puedo distinguir como enarca ambas cejas y abre sus ojos de forma asustada.—Vamos, tienes que tomar aire fresco— pronuncia, mientras me guía en dirección a una puerta que da a una especie de terraza fuera del bar Westeria.
Justo cuando estamos por salir a la terraza siento un líquido ácido subir por mi garganta lo que me hace inclinarme hacia adelante y vomitar sobre los tenis de Evan.
Ups, eran bonitos y parecían caros.
Lo escucho soltar una maldición y seguido de eso se apresura a sujetar mi cabello para no salpicarlo de vómito.
«Ugh, trauma»
Una vez que está seguro de que he vomitado el menú del día, me ayuda a reincorporarme y cambia el rumbo hacía el baño del bar, donde espera en la puerta para que yo pueda entrar a lavar mi boca. Cuando salgo lo veo recargado de brazos cruzados frente a la puerta y esta vez nos abrimos paso a la terraza abandonada de Westeria. En cuanto salimos, siento el viento golpear contra mi cara, hace frío pero es soportable, tampoco es como si estuviera helando.
Aún estoy algo mareada, aunque después de haber sacado todo me siento un poco mejor y soy más consciente de lo que pasa alrededor.
La vergüenza no tarda en representarse con un color escarlata en mis mejillas, afortunadamente son altas horas de la madrugada y en la terraza sólo hay luces navideñas alumbrando un poco así que agradezco eso ya que Evan no es consiente de mi sonrojo.
Me vuelvo para encararle, él mantiene su vista fija en el horizonte, contemplando en silencio las luces de noche en la ciudad. Sus ojos miel resaltan por las luces, es un poco más alto que yo, su cabello es de un castaño tan intenso que casi parece negro. Inhala un poco de su cigarrillo que no me había dado cuenta que tenía y lo deja ir paulatinamente. En otros chicos aquel gesto no me gustaría pero debo admitir que luce bien en él, demasiado para mi bien.
No quiero que él sienta mi mirada demasiado pesada, así que la desvío al frente y carraspeo para llamar su atención, puedo ver cómo me observa por el rabillo de su ojo mientras yo bajo la mirada a mis desgastadas botas al tiempo que juego con mis manos.
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Definitivamente, tal vez ©
Novela JuvenilGolden Date es un sitio donde puedes comprar citas con el chico que quieras, las veces que quieras. Bianca Woodforth está cansada de escuchar las bromas de sus amigas acerca de que terminará sola con mil gatos si no se atreve a hablar con un chico...