Prologue

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—¡Empate...! Otra vez...—Murmuró lo último el profesor de esgrima.

—Estoy dando por hecho de que si seguimos peleando, no habrá quien gane.—Habló en broma el rubio quitándose el casco.

Ella asintió decepcionada de si misma. Era un hecho de que Adrien Agreste era tan bueno en esgrima como ella.

Desde que aceptó la revancha fuera del Louvre, no ha dejado de entrenar con su madre quien es una de las mejores esgrimistas a nivel internacional. Empezaba las mañanas con un desayuno ligero pero energético, para luego tomar su uniforme de entrenamiento y empezar las clases de esgrima a las 6:30 AM. Tenía alrededor de una hora de práctica cada mañana antes de asistir a la secundaria a las 8:00 AM.

Y solamente han pasado cuatro días; ése en especial era viernes, y tocaban clases de éste mismo deporte en cuanto se acababa la jornada de estudio normal.

Y es que ése día conocería a la muy buena amiga del modelo: Marinette.

Tal vez inició con el pie izquierdo con ella; ya que por su causa fue akumatizada, según le había dicho la heroína de motas negras.

Pero ahora que Adrien le había explicado que había sido un malentendido, tal vez podría darle otra oportunidad.

—¡Siento llegar tarde!—Oyó chillar a una jovencita a su lado izquierdo.

—Que no se repita, señorita Dupain-Cheng.—Le advirtió el hombre con mostacho, a lo que la ojiazul suspiró con alivio.

—¡Eh, Marinette!—Gritó su nuevo amigo a haciendo un ademán.

Las mejillas de la de coletas se tornaron levemente rosas al momento en que vio quién era quien la llamaba.

La japonesa la analizó a medida que venía a su dirección. Tenía el cabello del mismo color que el de ella, al igual que la estatura; se podría decir que físicamente eran similares.

—Hola, Adrien.—Saludó la de ojos azules al estar con ellos.

—Mira, ella es Kagami; entró aquí hace una semana. La recuerdas, ¿No?

Marinette hizo una pequeña mueca viendo de reojo a ambos esgrimistas.

—Supongo...

—Perfecto. Marinette, ella es Kagami. Kagami, ella es Marinette; mi muy buena amiga.

Ése tipo era bastante ciego.

Kagami podía percibir lo que expresan los demás con sus acciones; era algo que aprendió de su abuelo para saber en que punto atacar a sus contrincantes.

Y podía decir que a Marinette gustaba del joven Agreste.

>Pobre chica...< Pensó al momento en que la llamó de ésa manera.

—Un placer.—Sonrió la de ojos cafés.

—Igualmente.—Le respondió con el mismo gesto.—Y lo siento sí por mi culpa te akumatizaron... No fue mi intención.—Le sonrió apenada.

Otra característica que había descubierto de ella: tenía pecas.

—Descuida; Adrien me dijo que eras un poco torpe, pero vaya que tenía razón en amable y linda.—Rió la japonesa.

Y vaya que era linda. Podría decir que le atraía.

—Ustedes dos se ven lindas juntas.—Comentó el Agreste orgulloso.

Las mejillas de Kagami se incendiaron al momento de sentir los finos y delgados brazos de la muchacha rodear su cintura, sorprendiéndola y quedándose inmóvil. Algo a lo que el modelo se rió.

—Kagami es cómoda.—Comentó Marinette apoyando su cabeza en el hombro de la mencionada.

—¡Eh, Marinette! ¿Te conseguiste una novia?—Gritaron desde una esquina.

¿Cómo? ¿Cómo podía ser tan linda hasta cuando se enojaba? Maldición, la matará en cualquier momento.

—Pedazo de idiota...—Murmuró Dupain-Cheng, algo a lo que la de rojo escuchó.

Hizo una mueca.

—¡¿Qué si es mi novia?! ¡¿Tienes algún problema, maldito?!—Exclamó Kagami poniéndose en posición de combate en dirección a quien había dicho eso.

—Déjalos, Kagami.—Dijo la de coletas poniendo una mano en su hombro con una sonrisa apenada.

—Tiene razón. Mejor sigamos practicando.—Habló el primogénito Agreste tomando la posición.

—¡Rayos! ¡Olvidé mi espada!

Y dicho eso, los pies de la Dupain-Cheng tomaron rumbo a los vestidores, provocándole una pequeña sonrisa a la azabache.

—Te dije que te gustaría.—Dijo el Agreste llamando su atención.

Resopló levemente y vio la cara del muchacho.

—Me gusta ésa azabache.

•••

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-May.

Me Gusta Ésa Azabache || MarigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora