SIX

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-Y aquí es mi habitación.-Dijo la de coletas dejando entrar a Tsurugi a él cuarto mencionado.

Rosa, negro y blanco eran los colores que dominaban la habitación; con los cuales podría describir a Marinette.

>Otro dato: ama la moda.<

-Toma asiento y ponte cómoda; ya vengo.-Le indicó la muchachita al momento de quitarse su abrigo grisesco.

La de ojos marrones le sonrió y empezó a quitarse la misma prenda al momento de que la azabache cerrara la trampilla que daba a la primera planta.

El aroma a galletas y tela era lo que podía percibir; especialmente las de chocolate y vainilla, cosa que le provocó un ligero gruñido en su estómago; apenas y había alcanzado tomar un vaso de agua antes de salir de casa.

Resopló y se sentó en el colchón de puntos que estaba cerca de una de las ventas, tallando con un poco de fuerza sus delgados muslos cubiertos por una maya tinta que tiraba a negro, gruesa y perfecta para el frío.

Levantó su mirada hacia las múltiples hojas de revistas que estaban pegadas en la pared, percarandose de que eran fotos del modelo Agreste en diversas sesiones de fotos por algunas partes de París; haciéndola sentir su sangre hervir, teniendo ganas de arrancar cada imagen y triturarlas hasta que quedasen hechas polvo.

Pero no podía. Era el gusto de su amada y tenía que respetarlo por el momento. Además de ello, tal vez no se esmeró en quitarlas porque ahora ella sabía que Tsurugi estaba al tanto de los sentimientos de la Dupain al Agreste.

Con un poco de suerte tal vez la haga cambiar de opinión.

(*)

Sacó el frasco de galletas de la alacena y lo abrió sacando una considerable cantidad de ellas, para posteriormente dejarlas sobre un plato con detalles floreados azul.

Cerró el frasco y lo dejó en su lugar, agarrando la tetera y llenándola de agua potable, para después ponerla sobre la estufa que fue prendida unos segundos después.

Se giró y resopló un poco, recargando sus manos sobre la barra y admirando la nada; pensando en todo.

Sus sentimientos han estando en pros y contras últimamente; cabía agregar que también había unos entremedio.

Adrien la tenía loca de amor, más aún cuando estaban unidos en clases de esgrima y ambos reían ante la competitividad que tenían entre sí, cosa que la llevaba a pensar en Chat y todos los momentos que ha tenido con él desde la entrevista con Nadja Chamack.

Negó.

Chat era sólo un muy buen amigo y compañero de batallas. Nada más. ¿Verdad?

Frunció los labios y suspiró profundamente, posteriormente apartando sus manos de la barra para tallar su rostro.

No tenía que pensar en relaciones amorosas. Eran mejor amistades, así como la que forjó con la chica Tsurugi... Cosa que le hizo pensar lo de la semana pasada.

La manera en que la miraba era muy tierna; sus ojos chocolate le habían provocado un cosquilleo en su frágil corazón. De alguna manera, e inconscientemente, se sentía rara a su lado, y no de mala manera. Al contrario; se sentía bien.

>Tiene que ser una broma.< Pensó dándose una cachetada y e inhalando múltiples veces.

Se giró sobre sí y fijó su mirada en la estufa, cuya tetera con agua se suponía que se estaba calentando.

Se suponía, porque la estufa estaba apagada.

-¿Qué...? Pero si la encendí.-Frunció el ceño dándole vuelta a la manija de la estufa para que prendiese; pero sin embargo, ésta nunca prendió.

Frunciendo el ceño, repitió el acto una y otra vez, pero como era de esperarse, no sucedía nada.

Movió y golpeó la estufa en momentos de desesperación. Sus padres no estaban porque fueron a comparar ingredientes para futuras recetas y regresarían hasta tarde.

Lo único que qedaba por hacer era revisar el gas, y si no había, tendría que llamar a su padre.

(*)

Se maldijo a si misma por no dejar su suéter en su habitación. Solamente lo traía puesto sobre ella, cosa que no le favorecía con el aire caluroso del cuarto de la caldera; podría decir que se le calentaba hasta el alma.

Era una habitación ni tan grande y ni tan pequeña, pues en aquél cuarto estaba la el cilindro de gas de cada apartamento del edificio; al igual que los boilers.

Su aventura en encontrar el de su apartamento empezó casi al instante que empezó a revisar cada cilindro de gas.

De repente, un olor peculiar se infiltró en sus fosas nasales, haciendose más intenso el olor a medida que avanzaba.

Y cuando finalmente encontró el inicio del problema, se percató de que se trataba del de su apartamento, el cual, tenía una fuga, ya que éste estaba roto de la llave.

—¡Tiene que ser una broma!—Volvió a citar.

Resopló y agarró su teléfono que estaba en su bolsillo trasero, desbloquenadolo y buscando el número de su padre.

—¿Princess?

Su dedo pulgar se detuvo en su camino de presionar llamar al momento de escuchar aquella reconocible a sus espaldas.

Chat Noir había destruido una la única ventana de la habitación con su cataclismo, pues se notaba debido al tipo de fuerza que utilizó en ella.

Él tosió un poco ante el tóxico aroma.

Se metió con agilidad y la cargó tal cual la había llamado entre su brazos.

—¡¿Qué estás...?!

Entonces lo comprendió al momento en que se impulsó fuera de la habitación tóxica, pues sintió un cambio drástico de aire al sentir sus pulmones llenos.

Y posteriormente, se sintió mareada, sintiendo su garganta enrredarse ante el frío del fin de otoño.

No quería desmayarse; no cuando tenía que atender a la azabache que estaba ajena ante la situación.

—Kagami...

Fue lo último que dijo después de empezar a vomitar en un tejado.

•••

Read you later (?

-May.

Me Gusta Ésa Azabache || MarigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora