QUINZE

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—¡Descanso!—Exclamó la japonesa al momento de esquivar el ataque de su contaria.

El salón de esgrima que tenían los Tsurugui era bastante grande y equipado para lo que era entrenamiento y combates de esgrima. Ahí fácilmente podía meter una piscina o un cine en un lugar tan grande como lo era aquél.

—¿Agua?—Le ofreció la japonesa, extendiéndole una botella helada de la misma después de haberse quitado el casco que protegía su rostro.

—Sí, gracias.—Le sonrió aceptando el bote para después abrirlo y beber su contenido.—Es un lugar bastante grande para entrenar. Hasta podrían poner su propia escuela de esgrima aquí.—Rió por lo bajo mientras la japonesa le dedicaba una sonrisa de lado.

—También lo he pensado desde que nos mudamos oficialmente aquí. Pero seguramente a mi madre no le agradaría la idea.—Frunció los hombros.—Quiere prepararme lo mejor posible para ser como ella y mi abuelo; o inclusive mejor.

—¡Pero eres genial! Podría atreverme a decir que eres mejor entrenadora que el profesor.

—Gracias, Marinette. Pero yo no pienso lo mismo. Tengo que mejorar en mis técnicas.—Suspiró.

—¿Por qué no mejor cambiarlas?—Cuestionó dándole un sorbo a la botella de agua.

—Porque no debería de irme por lo más fácil. Necesito saber si lo que quiero está hecho para mí.—La miró.—Si en realidad está destinado para mí.

—Y eso sólo lo sabrás sí...

—...Trabajas duro en ello.—Dijeron ambas a la par, provocando cierto cosquilleo en el estómago de la joven panadera, y sintiendo la cara roja de parte de la esgrimista.

El tono tinto y el mármol en los pasillos de la mansión eran impresionantes; pues creía que siendo una familia de origen japonés les gustaría mantener sus raíces hasta en la ciudad del amor

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El tono tinto y el mármol en los pasillos de la mansión eran impresionantes; pues creía que siendo una familia de origen japonés les gustaría mantener sus raíces hasta en la ciudad del amor. Tal vez no debería de generalizar de ésa manera.

Su percepción se activó al momento en que sus orejas se movieron, haciéndolo esconderse en el pilar más cercano y apartado de las cámaras, pues al fondo del pasillo llegó a observar una cámara blanca casi imperceptible por la manera en que se camuflaba en el techo.

Resopló por lo bajo y sacó su bastón para ver el mapa de la mansión, buscando los múltiples lugares en los que se podrían encontrar.

Nuevamente sus orejas se movieron; escuchó unas risas al fondo del pasillo. Puso la punta de su bastón en dirección a la cámara más cercana, y con el tocar un botón, éste se extendió hasta impactar con el aparato, rompiéndolo en el momento de la manera más silenciosa posible.

Esto lo repitió un par de veces más hasta llegar al lugar de donde provenían aquellas voces. se puso lo más cercano a la habitación, quedándose en la entrada de la misma para poder oír con atención.

—Espero que sea destinado para tí.—Oyó decir la voz de la panadera.—Ni siquiera sé sí él está destinado para mí.

¿De quién hablaba?

—¿Quién?

Un silencio se hizo presente en la sala de entrenamiento. El eco de de las voces de las féminas había cesado después de un rato. La temperatura de su cuerpo estaba empezando a aumentar con cada segundo; oía cómo sus garras se encajaban en la pared mientras apretaban la mandíbula.

—Te prometo que no le diré a nadie.

“Dilo Marinette, ¿de quién hablas?” se repetía, anhelando que la chica pudiera leer su mente una distancia considerable.

—Yo... Espero que sepas qué está destinado para tí Marinette.

¿Qué? ¡No había escuchado el nombre de la persona!

“¡Maldición!”

Con la adrenalina que fluía por su cuerpo, hizo tanta fuerza en la pared que hizo una fuerte y notable rasgadura en la misma, corriendo al instante al oír el estruendoso sonido, dirigiéndose a la habitación de la japonesa y saliendo por donde regresó.

Corría. Tejado trás tejado era dejado atrás conforme sus piernas corrían hasta donde le permitían.

Su pecho subía y bajaba de manera rápida y constante. Podía oír y sentir su pesada respiración mientras sus ojos eran humedecidos y picados por el dolor que sentía.

No podía seguir. Necesitaba desahogarse.

Sólo por una vez.

—AHHH ¡CATACLISMO!

Su respiración volvía, era regular. Miró a su alrededor; planta alta del hotel Le Grand Paris. Había hecho polvo un camastro.

Afortunadamente.

—¿Qué crees que haya sido?—Preguntó la de coletas mientras tocaba la rasgadura de la pared

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—¿Qué crees que haya sido?—Preguntó la de coletas mientras tocaba la rasgadura de la pared.

—Me temo que un gatito.—Comentó con acidez en ello.

Oh vaya que cierto felino estaba en problemas.

•••

Gracias por su paciencia, mis niñas.

Me temo que les aviso apartir de aquí nos estamos acercando al final de está lesbianistica historiaaaa.

Love u

Read you later(?

-May.

Me Gusta Ésa Azabache || MarigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora