EL CORSARIO EN LA MAR

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Partimos de Brasil al suelo panameño, seria un viaje por mar, en el barco de tránsito: BALBOA.
El Copacabana hizo un guiso como agasajo de despedida, entre mezclamos caviar para viajar, langostinos para aliviar los malestares de los intestinos, todo era bufete al marisco, consume de camarones, con ajillo y tomillo. Arroz combinación para la estación en el puerto de Buena Esperanza, haríamos un desembarque en el puerto Uruguayo, y partiríamos desde Paraguay. Hacia las islas de Puerto Rico.
Los mariscos me provocó mucho sueño, ya que bebimos, vino de Torre alba añejado por dos lustros.
Y vino de migñon del viñedo de Valladoli. El terruño de mis parientes en España.

Soñaba que iba en alta mar, eran los últimos años del S_ XVIII,  un Mormón de la Iglesia de Jesucristo de los últimos días, había descubierto oro, en el río de California, un tal Sutton, el duende Feor me acompañaba, y con mirada de asombro, me convido en la obtención de enriquecernos, a lo mejor encontremos familiares de España, Portugal donde hay mujeres que bailan el catalán, de Cataluña, de Sevilla donde las hebillas brillan, de Córdoba donde todos roban.
Medite durante el viaje, era el barco comercial, EL CORSARIO. Se dirigía al puerto de California, usaríamos un tranvía, que nos llevaría a las riveras del California, donde las pepitas de oro se recogían como nueces debajo del Nogal.

Dentro del granero del Corsario. Todo era familiar, unos tocaban el violín, otros la gaitas, allá en el rincón de los granos de Trigo, un  gringo y un irlandés, habían hombres de Gales para los males, Noruego y sicilianos, era un crisol de razas y todos llevábamos en mente 'Ser ricos' en las ladera del río California.
Feor, río y se restregaba las manos una con otras su avaricia, se manifiesta, además de triquiñuelas era un ladrón.
Yo me desatendí de la rutina, Al Corsario le tomarían cinco días. En alta mar, más dos en el Uruguay, uno en Puerto Rico.
Me recomendó el duende de Or, que si atracabamos en la Habana, fumaríamos buenos habanos.
Ya que la chicha de maracuya solo lo tiene Uruguay, y puerto rico, los mejores naviscos.
Yo le propuse a Feor, abrir las consultas del tarot dentro del Corsario y que el fuera mi portavoz.

Cinco pesos para el mal de amor, tres pesos para el engaño, y un peso para la suerte.

Yo miraba a través de la bola de Hermes, Feor gritaba por los pasillos y Escondidillas del barco.

Vengan al consultorio del Gitano Vegetariano, léase su mano en este verano, por tan solo, dos pesos Cubanos, y de regalía, le obsequiamos un habano.

Les tiramos las cartas, para el mal de amor, sin gastar ningún sudor, le atraemos las sopranos y dejamos al tenor en Monte mayor.

Por menos de un peso Americano, le preparamos yerbas cocidas de los africanos, y le creerá a los tediosos reclamos de una suegra del altiplano.

Yo reía mirando a través de la bola de Hermes al infame duende.
Que con astucia, declamaba la preventa, del engaño, eran palabras de rimas, y poesías, las cuales eran mágicas, y todos los tripulantes Caían bajo su hechizo.

Zarpamos en alta mar, del puerto Príncipe, rumbo a baja California, cerca del puerto de Mejico.

Estaba recogiendo oro, de las orillas del río, yo contaba de dos en dos, de tres en tres, y a los lejos el sonido de un zurrón, de piedras que como sonajero producían un son.

El son del merengue y la bachata, que como Agatha,
Estaba a orilla del camarote ágatas.

Les declarare un secretó, todos los duende usan el lenguaje, de la serenata, y la riman con una sonata.

Han pasado mis años mozos, Feor no me ha abandonado, permanece fiel, hasta que el cuero aguante.

Y bailando al son de la bachata, nos encontráremos en Bacha, recorriendo los ríos del Tuira y El Chucunaque.
Allá en el Darien panameño

EL PRÍNCIPE  DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora