(☔). čtyři.

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Me gustan los días lluviosos, me recuerda que a veces también el cielo grita .

וווו×

A veces era mejor sólo escuchar. Quedarse callado, ignorando la fraternidad que las personas a tu alrededor mientras sientes la envidia quemar en la parte superior del esófago. La envidia se describe como el quinto pecado capital, aquello que deseas de tu prójimo. Nunca existe envidia de la buena. Si fuera así, no sería un pecado.

Kuhle había entendido bien ese hecho. Durante la cena no dijo ninguna palabra, se dedicó a pensar si la amenaza del castaño había sido verdad y le hablado a Ruki sobre la cruz que guardaba en su maleta. Juzgó en silencio a los dos integrantes que aún no conocía.

Kou le pareció como el típico amigo homosexual, sólo que famoso y de fachada más discreta; encontró una pequeña similitud física entre ambos, sólo que Kuhle no sufría de heterocromía y su cabello era lacio.

Azusa le había recordado a la mayoría de su niñez. Llena de vendas, cicatrices y heridas — tanto emocionales como físicas—. Sin duda había perdido esa característica a través del tiempo.

Antes se rodeaba de cariños y halagos, cuando era realmente encantadora y pequeña. Cuando comenzó a tomar conciencia de muchas cosas, dejó de hablar y las personas murmuraban cosas cuando la veían. Aprendió que la gente prefiere a las personas ingenuas porque son fáciles de persuadir.

Suspiró profundamente, dejando que el aire soltado se llevara esos pensamientos que se albergaban en algún rincón de su cabeza. Ninguno de los Mukami había levantado la voz hacía minutos y el hecho de ya no pensar en el pasado la estaba incomodado. Para su suerte la cena no incluía carne roja, como esos bistecs que le causaban náuseas de sólo oler su hedor. Yuma seguía llamándola por el apodo de "cerda anoréxica", Kuhle aún no entendía el por qué. Sí, era delgada, pero el apodo quedaba de sobra. No miró a Ruki en ningún momento.

Cuando la cena concluyó, todos agradecieron y dijeron el ya educado "provecho", incluso ella en un tono bajo apenas audible. Antes de que pudiera levantarse de su silla y abandonar el comedor, Kou pasó detrás de Kuhle y con una de sus manos apretujó suavemente y de manera "amistosa", el hombro derecho de la fémina.

Bienvenida, MNeko-chan~— habló en su oído de manera felina, más no rozaba los tonos provocantes. Se alejó apenas obtuvo contacto visual con ella y su hermano mayor, desapareció sonriendo a labios cerrados. Ruki seguía observando con un tenue desagrado por escasos segundos dónde su hermano había desaparecido. Tomó los platos sucios y vacíos del comedor, puso su atención en Kuhle.

Quiero verte en mi habitación antes de la medianoche, voy a hablarte de algo importante— ordenó deteniéndose a un lado de ella por un instante. No fue para esperar que una respuesta emanara de sus labio, tampoco para mirarla más cerca y de manera detallada. Quería dejarle claro que era una orden que tenía que acatar quisiera o no, de lo contrario tendría una consecuencia bastante grave; Kuhle encontró el significado en la mirada profunda que el vampiro tenía suerte de poseer. Sin decir más, se fue a paso rápido, si no estuviera lo suficientemente abrumada hubiera corrido como alma que lleva el diablo.

No quería volver a su habitación designada. Le aburría y sentía realmente no podría personalizarlo a pesar del tiempo que estuviera allí. No hubiera podido relajarse, tampoco dormir.

Pensó en el significado que tenía la cruz para ella. La tenía entre sus dedos cuando despertó de su supuesto coma. Por lo que Tougo le decía, había caído en coma por años, debido a los bombardeos en la parte sur del Mundo de los Demonios, aunque esa teoría no la convencía del todo. Los bombardeos estaban siempre presentes en la escasa memoria que quedaba del pasado, recordaba que su padre se encargaba de ser el tutor de un noble en el castillo de Tougo, parecía uno de sus hijos. La excusa que el hombre tenía para que Kuhle no huyera y viviera independientemente en el mundo humano era que su padre ya fallecido no hubiera querido que se deshiciera de las ya bien ganadas décadas de confianza en la familia Hwon. Había guardado la cruz de plata en todo momento entre sus ropas puestas hasta la fecha, aunque por precaución, la había metido en la maleta para que Tougo no la viera.

Jamás se había tomado el tiempo de juntar todos sus recuerdos. Pero, ¿por qué Yuma decía que la cruz de plata era de Yui?

Tal vez era una réplica por más imposible que fuera. Kuhle nunca vio a Yui en vida, y si la había visto ni la había identificado. Frunció el ceño, puesto que las migrañas en la parte trasera de su cabeza habían vuelto y ya iban aumentando de manera gradual hacia las sienes y la frente. Se detuvo, puesto que a raíz de ello comenzó un mareo momentáneo. Dejó su cuerpo recargarse en una de las paredes que conformaban el pasillo, su mirada cayó al suelo y un suspiro mal contenido escapó de sus labios rosados. Cerró los ojos y se quedó allí un buen momento, sin pensar en nada ni nadie, sólo con la mente en blanco.

Escuchó el silencio, que poco a poco se alzaba y convertía en un tarareo cantarín y viviente.

Logró prestar la atención suficiente para saber que era la voz de Kou. Abrió un ojo y observó única puerta entreabierta que apenas dejaba salir una breve luz. Tomó fuerza de sí y se reincorporó, abriendo el ojo restante y olvidándose del dolor que sufría. Caminó de manera vaga hasta la puerta de la habitación de Kou y trató de observar al interior, pero no lo consiguió de manera concreta ya que sólo veía la silueta del rubio ir y venir a lo largo de la habitación, hasta que después de varios segundos se detuvo.

Kuhle entró en pánico y trató de alejarse lo más rápido posible de la puerta, pero no lo consiguió. Cuando quiso dar un paso atrás, su nuca punzó con una fuerza impresionante haciéndola gemir de dolor. Kou asomó su cabeza, y al verla doblegada y con una mano en la nuca le pareció extraño, más no se preocupó. Salió por completo del cuarto y quedó frente a ella.

¿Hum?~ — emitió aquel sonido con la garganta—. ¿MNeko-chan? ¿Estás bien?— preguntó con mera curiosidad—. ¿Estabas espiando? —arqueó una ceja, y de repente el tono de aquella última pregunta fue diversión.

No, no estaba espiando— logró sisear ella mientras hacía pequeñas circunferencias en la zona dónde sentía dolor.

Gatita mala y mentirosa~—Kou tomó la muñeca más cercana a su alcance y haló de manera suave hacia él, para que Kuhle se acercara. El dolor había disminuido, pero volvió a quejarse—. Ven— el rubio la adentró en su habitación junto con él.

Kou cerró la puerta con ayuda de su pie y fue en dirección a la cama, se sentó a la orilla y miró con la cabeza ladeada a la chica quién se había quedado completamente quieta cerca de la puerta.

¿Tú estabas tarareando?— le preguntó Kuhle mientras alejaba su mano de la nuca.

Así es~. ¿Te gustó y por eso espiabas?— Kou rio de manera infantil y burlona—. Porque puedo cantarte ahora mismo.

No es eso— ella negó de manera inmediata. Una pregunta bastante contundente pasó por su cabeza, pero al juzgarlo, supo que probablemente él pediría algo a cambio—. Venía a preguntarte algo— murmuró Kuhle.

¿Ah sí?— el rubio pareció intrigado—. ¿Qué quieres saber?—Kou se recargó sobre sus manos.

¿Qué pasó con Yui? La prometida de Ruki— cuestionó presionando los labios, temiendo haber preguntado algo prohibido.

Kou dejó de sonreír e hizo un mohín, desviando la mirada de Kuhle como si estuviera molesto. Ella esperó una respuesta por parte de él.

Vas muy rápido, MNeko-chan— negó él—. Pero te propongo algo— volvió a observarla.

¿Qué cosa?— Kuhle ya se esperaba unas palabras parecidas.

Me ayudas con un botónel rubio se llevó una mano al cuello de la camisa blanca y desabotonó uno—, y yo te respondo una pregunta— volvió a sonreírle de manera felina.

»  D R I Z Z L E. [ mukami ruki ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora