(☔). jedenáct.

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❝ La lluvia debería limpiar hasta lo más profundo del alma ❞.

וווו×

Aquella noche, el personal de intendencia dio aviso a la coordinación del nivel medio-superior sobre el murciélago muerto en el baño de damas. Se tomaron cartas en el asunto y ordenaron una fumigación, por si acaso.

Cuando esa noticia llegó a oídos de Kuhle, se sintió un tanto culpable de no decírselo a alguna autoridad al descubrirlo; hizo lo contrario y lo divulgó con Yuma, llevándolo con discreción para que se cerciorara de que mentía. Apenas escucharon voces acercándose se fueron corriendo para que nadie mal entendiera lo que hacían allí dentro.

El clan Mukami y su invitada habían llegado incompletos a la mansión. El mayor (y aparente líder y cerebro) se había ausentado, dejando una carta formal en la paleta del pupitre de Azusa (un tanto innecesaria, por cierto) que dictaba el por qué sería su ausencia una vez acabada la jornada estudiantil.

Azusa les dijo a quienes correspondía que debían saberlo (Kuhle, Kou y Yuma). En todo el camino de regreso, en mucho tiempo, no había visto a sus hermanos reírse y pelearse a manera de juego tanto, pero lo más anormal fue que pudo presenciar la risa de Kuhle y un brillo que parecía distante para él hacía al menos el mes y medio que llevaba viviendo con ella.

Rápidamente la curiosidad del vampiro masoquista fue saciada cuando Kuhle le dio respuesta a su soltura:

Ya no me siento intimidada, Ruki es...— había hecho una pausa para respirar profundamente— como el peso de los hombros que siempre quiero quitarme, pero... nunca puedo.

Pero Azusa no supo cómo sentirse con esa respuesta.

( . . . )

A Ruki se le revolvieron las vísceras al escuchar la risa de su "salvador" sí busca una forma no tosca de llamarlo. Nunca nada le había cuadrado de aquel hombre.

Ni sus planes (en especial el de Adán, le había perdido el sentido justo después de que Yui murió), ni su hostilidad ni su apoyo.

Le gustaba creer que había comenzado a tener ese tipo de impresión desde la poca empatía que Karl Heinz había demostrado al recibir la noticia que Yui estaba muerta.

Aquel recuerdo solo hizo que por un momento la mano que sostenía la taza de té negro fallara un momento y comenzase a temblar. De manera rápida pero suave dejó la taza de nuevo en la mesa de vidrio, deseando (al igual que siempre) que Karl Heinz (o cualquier otro individuo) no notara su dura cubierta fría, distante y reservada. El ser dominante, quisiera o no, ya era parte de su personalidad forjada.

¿Quieres saberlo todo?— preguntó el hombre albino en un tono crítico, como una burla—. Si tú mismo as dicho que no te importa lo que es o le suceda.

Si sé sus orígenes encontraré su punto más débil y atacaré allí...— contestó Ruki de manera severa, lo cual dejó una pesada tela de silencio cubriéndolos a ambos.

Karl Heinz tomó aire de una bocanada breve y tomó la taza de té que le correspondía a él, y se sentó en uno de esos sillones individuales con diseño aristócrata que adornaban su despacho ubicado en el castillo de su propiedad.

Norio tenía un par de tesoros. Había perdido uno de ellos en mano de la curiosa muerte, pero el más valioso que aún vive lo protegía como su propia vida— Ruki vio que Karl Heinz Sakamaki asomaba una sonrisa que no le decía nada bueno.

Pero no supo en qué momento ni cómo perdió a Kuhle.

»  D R I Z Z L E. [ mukami ruki ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora