(☔). sedm.

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Hay días que la lluvia es más intensa al igual que nuestro llanto

וווו×

— ¿No has escuchado? Vete a buscar tu salón en otra planta— otra vez, la descortesía le dejaba un mal sabor de boca a Reiji.

Kuhle se había quedado allí parada, pensando en dónde podría estar el aula que buscaba, pero la segunda advertencia solo provocó que un escalofrío la recorriera, y como si de un correcaminos se tratara, quiso echar a correr, pero sus piernas cortas no le dieron para más que solo salir del laboratorio con pasos pequeños y lentos.

No quiso recordar lo que buscaba, su mente divagó en busca de un por qué a la actitud tan nefasta de todos. ¿Acaso era muy inocente para comprender que su época se había vuelto un saco enorme de basura? No, no lo era. Sabía que los humanos eran solo salvajes que apenas aprendían cómo arrastrarse. Apretujó con su mano sudorosa el papel que tenía escrito la clase que perdió y lo lanzó por el pasillo, después caminó sacando humo por las orejas en su imaginación pisando lo que había lanzado.

Iba bastante distraída y molesta consigo misma que no se fijó en que unos orbes garzos la seguían con detenimiento.

Ruki llevaba observando la trayectoria de Kuhle desde que el primer descanso de quince minutos después de las primeras dos horas clase hubiera concluido. No se sentía bien tener que verla de lejos y de manera sospechosa, pero no había otra manera de vigilarla, puesto que si se acercaba demasiado de manera presencial, la espantaría. Durante aquel rato, Ruki había tratado de investigar poco más a fondo divagando por las pistas que "esa persona" les daba antes de que Kuhle llegara.

Tenía tres cosas claras: 1. No era japonesa, tenía que identificar ese acento tenue que tenía al finalizar las palabras. 2. Tenía diecinueve años, ¿qué hacía en el último año de instituto? Si ya debería de estar estudiando una carrera y 3. Según Yuma, Kuhle no alcanzaba el metro sesenta.

Un nivel de descortesía considerable para un cuerpo menudo.

Ruki tenía de dos sopas si quería aprender de la chica: preguntarle llanamente a "esa persona" la historia de Kuhle o hacer una lista de preguntas para investigar con su víctima por cuenta propia. Nunca pensó que le daría una desidia tan grande la segunda opción, pero se rehusaba a tomar la primera por razones profundas.

Ugh... ese hedor.

Ese hedor que desprendía Kuhle.

Pero, si Ruki buscaba en su memoria, cuando Kuhle pisó por primera vez la "tenebrosa" mansión Mukami no olía de manera desagradable como en aquel momento; recordaba que era una fragancia dulce, que embriagaba de a poco como si del licor se tratase.

Cayó en cuenta de que Kuhle tenía un hedor impregnado, algo que no era parte de ella.

Estúpido Sakamaki. Imbécil.

Los instintos del convertido fueron guiados por la ira del momento al solo pensar que no era suficiente para el Clan Sakamaki haberle quitado de sus manos a Yui, y ahora venían por... esa pequeña molestia, con la cual se desquitaría.

No escuchó el momento en que pasos se acercaban a ella, pero claro que Kuhle sintió un escalofrío recorrerla de arriba abajo cuando le quitaron sus libros y atenazaron su muñeca. Quiso gritar, pero no salió ni un pío de sus labios, porque cuando menos pensó, ya estaba dentro de un salón vacío, con Ruki frente a ella, más que molesto. El corazón de Kuhle se disparó y gimió debido a que la fuerza de su agarre comenzaba a hacerle daño.

  —¡Me lastimas!—chilló ella, pero de inmediato la calló el sonido de sus pertenencias caer al suelo con fuerza y la mano de Ruki cubriéndole la nariz y boca.

Ese es mi objetivo. Ahora guarda silencio, que no quiero perturbados por tus gritos— el vampiro se mantenía muy cerca de Kuhle, en especial sus rostros; si Ruki apartaba la mano y se acercaba apenas uno centímetro más, podría besarla sin ningún impedimento. Ruki descartó la idea al instante, llevándose el eco de la duda de cuál sería la sensación (incluso sabor) de los labios de Kuhle. Eran rosas y parecían estar cubiertos por terciopelo.

« Asqueroso », pensó a regañadientes, castigándose por pensar en besar a otra persona que no fuera Yui. Si Ruki destrozaba a Kuhle, no tendría más pensamientos así, y al verla, se daría cuenta del monstruo que había sido por hacerle daño.

Quédate quieta si no quieres que te vaya peor.

El vampiro se apartó de ella mientras sus ojos garzos recorrían el aula vacía. Primero, tuvo que cerrar la puerta poniendo el seguro de la perilla, seguido tomó la regla de madera más cercana que se encontraba sobre el escritorio y de último se retiró la corbata.

Muerta de pánico y tomando el riesgo de desobedecer a Ruki, Kuhle corrió a la puerta, pero se dijo imbécil a sí misma por olvidar que tenía seguro. Rápidamente su depredador posó uno de esos fuertes y blanquecinos brazos cubiertos por un saco a su lado formando un estruendo que la hizo chillar, mientras que el libre terminaba de acorralarla.

No sabes obedecer, y eso solo logra enfurecerme aún más— aquel aliento contra su nuca solo logró hacer que Kuhle temblara de arriba abajo y que sus piernas flaquearan, pero eso no detuvo a Ruki, quién tomó su cintura e hizo que le diera la espalda a la puerta y siguiera hablando, pero más que palabras, a oídos de Kuhle, parecían los gruñidos de un animal que no conseguía carne fresca cuando tenía apetito—. Hay tantas cosas que quiero hacerte que no sé por cual empezar...

Dicho aquello, las manos frías de Ruki acariciaron los muslos de la muchacha rubia que parecía más que un roedor acorralado, notando de inmediato que eran densos y suaves. Era una sensación interesante y llegaría a ser placentera si Ruki se olvidaba de su sádico objetivo. Kuhle chilló y apartó las manos del vampiro tan rápido como pudo, después trató de empujarlo, gritándole de rabia, pero los reflejos de Ruki se interpusieron entre aquel intento y la chica no supo cómo sus manos estaban atadas por la corbata del chico, privándola del movimiento de sus manos. El de hebras oscuras encontró la manera de mantener la falda de Kuhle arriba.

No quiero gemidos, ni sollozos.

Y Ruki pegó con la regla de manera tan fuerte como pudo en el muslo derecho de Kuhle.

»  D R I Z Z L E. [ mukami ruki ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora