❝ Según como lo veo, si quieres el arco iris, tienes que aguantar la lluvia ❞.
וווו×
Aún en bragas y con el cabello hecho nudos, Kuhle pudo seguirle el paso a Ruki, quien parecía impaciente adónde quiera que la estuviera llevando.
Ruki se detuvo antes y Kuhle dio un par de pasos más para asomarse a que se le cayera el alma a los pies. Estaban muy cerca de un barranco y ella no confiaba de nada en él. Su imaginación le hizo una mala jugada y se vio a sí misma cayendo al vacío mientras que la silueta de Ruki la observaba con un aura inquietante caer, sin hacer nada y disfrutando de sus gritos e intentos de ir en contra de la gravedad.
Ruki vio con atención cómo el miedo se volvía a apoderar de los rubíes que Kuhle poseía como ojos como una llamarada que avanzaba despacio. Ya estaba un tanto acostumbrado a ver ese brillo que le ayudaba a cumplir su propósito de sentirse un monstruo. Kuhle era sensible y a Ruki no le había costado mucho esfuerzo llenarla de terror.
— ¿Vas a aventarme ahora?— le preguntó ella murmurando, mientras se aferraba a lo única que podía en ese momento: sus propios antebrazos.
—No tengo el derecho de arrebatarte la vida.
— ¿Pero sí mi tranquilidad?
—Solo hice lo que me correspondía esa noche— él se protegió con un tono frío y volvió a la limusina.
Kuhle pensó en la esperanza de que la dejaría allí en la noche fría, en el borde de un barranco, con bragas y una camisa de franela descolorida que le cubría perfectamente las caderas.
Cuando Ruki volvió a colocarse frente a ella, se abrazó las piernas por debajo de los muslos, obrando por una especie de posición fetal en el suelo áspero y frío del barranco. Un libro cayó por uno de sus lados y una daga por el otro.
La daga le causó un escalofrío a Kuhle, pero hasta allí llegó. Reconoció que el libro era de Ruki, el mismo que veía cuando en contadas ocasiones lo escaneaba con su mirada, juzgando y siendo presa por el miedo que sentía, porque si tuviera el valor suficiente, se esforzaría por tratar de entablar una buena relación con él.
— ¿Y eso q-qué?— preguntó ella totalmente quieta en su lugar.
—Vas a tener que elegir— contestó Ruki.
Yendo en contra de su porte se dió la oportunidad de sentarse al lado de la chica, sintiéndose por primera vez cercano a ella, a pesar de que la realidad era rotundamente diferente a ello.
Independiente del olor a lo que probablemente era gel de baño, Ruki notó que Kuhle no emanaba más qué ternura, debilidad y miedo. Justo como él quería y había logrado en un corto periodo de tiempo, pero no se sentía tan satisfactorio como imaginaba.
—Puedes quedarte aquí, si quieres— Ruki miró alrededor—, y tendrás un minuto para correr hasta que no pueda verte, pero si en ese minuto te encuentro, ten por seguro que tendrás una tajada en la garganta antes de que puedas gritar de la sorpresa.
El vampiro creyó ver a Kuhle congelarse ante su amenaza, pero estaba seguro de que no era tan tonta para elegir su primera opción.
—O puedes comenzar a contarme tu historia— muy a su pesar, Ruki tomó el libro de su padre y se lo tendió a la joven. Tal vez eso era para la chica. Un libro. Pero para él era todo lo que le quedaba para aferrarse a recuerdos vagos y nostálgicos, como si ya fuera una parte de él oficialmente—. ¿Cómo acabaste cruzando la puerta de la mansión?
Kuhle miró el libro de Ruki con desconfianza. ¿Acaso se trataba de un juego? Estaba segura de que la tajada en su garganta era una opción real, pero que Ruki Mukami, hasta aquel entonces dueño de su miedo y atracción enferma e ilógica, le pidiera que le contara sobre ella era un extremo muy drástico.
— ¿Qué pasa si prefiero el silencio y un camino de regreso a la mansión?— por un momento eso le había parecido una opción razonable.
—Bueno, en ese caso, no será una regla la que golpeé tus lindos muslos, sino un fuete— y allí fue donde las esperanzas de Kuhle se desmontaron, como usualmente pasaba desde hacía un par de meses.
Al ver que Ruki todavía sostenía el libro frente a ella, supuso que era justo aceptarlouna vez que ella eligiera una de las opciones. Sí elegía la daga seguramente significaba que tendría un minuto para perderse en donde quiera que estuvieran.
— ¿Tienes la suficiente atención para diecinueve años?
¡Diecinueve! Pero si para Ruki parecía una niña, una niña de cuerpo de tentación y cara de ángel.
—Tengo la suficiente atención para unos ojos tristes.
Y solo así, Ruki Mukami consiguió que Kuhle Hwon se abriera como un libro ante él y dejara pasar sus páginas.
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» D R I Z Z L E. [ mukami ruki ]
Hayran Kurgu❝ Ahora habla, sólo susurra débilmente antes marcharte, el sonido de la lluvia cayendo lo acompañará todo. Sé que me podré zafar de pensar en ti ahora; así que susúrrame un poco más y dame un final feliz, mi dulce Eva ❞. De esencia silenciosa y espí...