• TRES •

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La luz que entraba por la venta de su cuarto le estaba pegando muy fuerte en la cara. Irritado se sentó en la esquina de la cama y se estiró para ayudarse a quitar el poco sueño que aún tenía.
Giró a su derecha buscando a su nuevo compañero, pero el pequeño no estaba allí y la puerta estaba abierta, era obvio que se había salido.

Corrió fuera de su habitación hacía las escaleras:—¡Suga! —gritaba mientras descendía de éstas— ¿Donde estás?

Le preocupaba que no estuviera. Su madre entraba al trabajo a las cinco de la madrugada, por lo que desde las cuatro él se encontraba solo con Suga, pero al ser su progenitora tan repelente a los perros, le daba miedo pensar que antes de irse pudo haberse llevado al perro con ella para mandarlo a una tienda de mascotas o pero aún dejarlo en la calle.

No había rastros de él. Buscó por toda la casa, la sala, el jardín y al final en la cocina, en esta última si encontró algo.
El lugar estaba hecho un desastre, las alacenas estaban abiertas y había comida tirada en el suelo. Avanzó al refrigerador, lo abrió y este estaba casi vacío.
—¡¿Pero qué...?! —habló horrorizado, cerrando la boca al instante para evitar soltar una de esas "groserías" que su madre le había prohibido usar dentro de casa. A su madre le costaba mucho ganar el dinero necesario para comprar la despensa que les serviría en la semana y ahora todo se había acabado de la noche a la mañana.
—¡Ay, no! Suga... —si su madre no lo asesinó anoche, lo haría ese mismo día.

Justo en ese momento, cuando ya había dado todo por perdido y hasta su vida terminada, escuchó pasos en en segundo piso.
Salió casi volando de la cocina de nuevo a su habitación, agitado abrió la puerta pero no había nadie:—¡ME LLEVA LA...! —el sonido de la ducha interrumpió sus palabras— ¿Mami? —fue en lo primero que pensó, aunque al momento descartó esa idea por que... bueno, según el horario pegado en la cocina y la copia exacta que tenía sobre su escritorio, hoy sábado su madre estaba en el trabajo.
—¿Suga? —dijo—... idiota, los perros no pueden bañarse por si solos... ni mucho menos contestar. Entonces... ¿El asesino?... —se habló a si mismo, después entró en pánico quedándose como estatua por unos segundos—¡Reacciona Kim Taehyung! Para eso tomaste clases de defensa personal. —y volvió a agradecerle a su madre por eso.
No estaba muy seguro de ponerse a pelear, si resultaba ser un asesinó las cosas no iban a terminar nada bien para él.
Estuvo a punto de llamar a la policía cuando alcanzó a escuchar la llave de la ducha ser cerrada— Muy bien, necesito un arma... —buscó con la mirada algo que le sirviera para defenderse. En la esquina de su cuarto había un bate de béisbol abandonado— Por fin servirá de algo, gracias. —habló mirando el techo.

Tomó entre sus manos el bate, lo sostuvo con fuerza sobre su cabeza, con las piernas temblando se aproximó a la puerta y esta se abrió de inmediato.
Un chico un poco más bajo que él de piel casi tan blanca como el papel apareció tras la puerta con una toalla alrededor de su cuello. Su cabello azabache, aún mojado, cubría parte de sus ojos de un color ámbar muy profundo.
Taehyung se quedó boquiabierto con esa imagen, ¿Podría ser posible que existiera un ser tan perfecto?

—¿Q-quien eres tú? —reaccionó de inmediato.

—Soy Min Yoongi, un gusto. —el peli negro hizo una reverencia— Nos conocimos anoche.

—¿Discúlpame? —respondió, alejándose cinco pasos del chico— Yo no te conozco, ¡¿y que haces en mi casa?!

—Si me conoces. Bueno, no así...

Taehyung se quedó pensando—¿Que quieres decir con eso de "Bueno, no así"? —repitió imitando el tono de voz del contrario.

El mayor suspiró—... Soy Suga—dijo cansado—... Tu perro.

Little Wolf  || ✞️ TaeGi ✞️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora