Capítulo 8.

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El vestido negro de Ronnie se empapó al instante, ajustándose a su cuerpo perfectamente. La camisa de Zayn transparentó todos y cada uno de sus tatuajes y sus cicatrices. El chico rodeó a Ronnie con los brazos, levantándola en el agua, que disminuía su peso, y haciendo que se encajase perfectamente en su cintura. Ella pasaba sus manos entre el pelo mojado del chico. Ya era de noche, por lo que la casa solo estaba iluminada por las luces de la piscina. Se desprendieron de la ropa y se apoyaron contra una de las paredes del rectángulo lleno de agua. Ronnie comenzó a besar el cuello de Zayn apasionadamente, mientras él, con los ojos cerrados, le preguntaba algo.

-Aún no me has dicho tu nombre.

-Verónica, Verónica Stromberg-susurró en su oído.

El chico sonrió satisfecho y asintió. Acarició su espalda suavemente y, apoyándola contra la pared, la invadió por completo. Ronnie se mordió el labio y clavó sus uñas en la espalda de Zayn. Continuaron así durante un tiempo, en el que llegaron al orgasmo varias veces. Ambos habían hecho el amor bajo el efecto de las drogas, pero ésta vez era especial. La casa del chico estaba situada en una colina, por lo que Londres quedaba a sus pies. Las luces de la ciudad les observaban mientras disfrutaban del roce de sus cuerpos bajo el agua. Todo era mágico, todo era excitante, pero el efecto de la cocaína se estaba pasando y los dos se dieron cuenta. Tras darse unos cuantos besos, salieron de la piscina y se secaron con unas toallas. Comenzaron a sentirse necesitados de otra dosis, pero sabían controlarse, aunque eso les producía irratibilidad. 

-Joder, que frío-se quejó la chica-. ¿Tienes algo para dejarme?

Zayn frunció el ceño. 

-¿Qué te crees que soy? ¿Primark?

La chica se meneó el pelo una última vez y le tiró la toalla, pero el chico pudo esquivarla. 

-Eres un gilipollas. 

-Y tu una puta.

La chica le tiró un zapato de tacón y Zayn no pudo esquivarlo esta vez. 

-¡Joder, estás loca!

-Imbécil. 

Subió las escaleras de la casa y comenzó a buscar entre los cajones del chico algo que ponerse. Revolvió entre todas las camisetas hasta encontrar una que le gustaba, con una gran letreto de OBEY en el medio. 

-¿Pero qué haces?-dijo él apartándola de su mueble.

-Ya que tu no me la dejas, la cojo yo.

-Eres una gilipollas.

Ronnie le enseñó el dedo corazón y comenzó a ponerse la prenda. A Zayn se le pasó pronto el enfado cuando la vio con esa camiseta, su favorita. No llevaba nada debajo, solo la ropa interior, y la tela no era suficiente para taparla entera. El chico recorrió sus piernas hasta llegar a sus bragas, parándose unos segundos en ellas. Después siguió subiendo hasta posarse en sus ojos. Ronnie le observaba sonriente. Se acercó al chico lentamente y le dio un suave pero largo beso en los labios. Estaba tirándose en la cama cuando el móvil de ella sonó en la planta de abajo.

-Deja que suene-dijo Zayn mientras intentaba quitarle la camiseta.

-No, tengo que cogerlo. 

Salió de debajo de Zayn y corrió escaleras abajo. 

-¿Sí?-preguntó.

-Joder, ya era hora, pensé que no ibas a contestar.

-Justin, estaba ocupada.

-¿Ya te lo has tirado?-el silencio de la chica creó las carcajadas del castaño al otro lado del teléfono- Así me gusta, buena chica. 

-No soy un perro.

Gunpowder. (Pólvora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora