Jennifer Bélanger una chica francesa. Y James B. Barnes... ambos fueron experimentos de HYDRA.
El destino los une cuando sus heridas causadas por HYDRA están cerrando poco a poco. Al principio no se llevan bien, dado a que James no entienden el rar...
*Pueden ponerle play a la canción cuando quieran* :3
Literalmente, siento como se rompe algo dentro de mi.
Grito con todas mis fuerzas, y lanzo la carta lejos de mi.
-No, él jamás me dejaría. -Digo poniendo mis manos sobre mi cabeza. -¡James! -Lo llamo, esperando que entre por la puerta.
Estamos en medio de una guerra, él no me haría eso. Mi James, el hombre valiente que amo con toda mi alma... Me dejo, y no volverá.
Me levanto de la cama, pero mis piernas flaquean, y caigo al suelo, botando varias cosas de una mesa.
No se cuánto tiempo pasa... veo como se oscurece afuera. Y los recuerdos me bombardean.
Reacciono de nuevo, cuando los rayos de sol me pegan en mis ojos.
¿Ya pasó un día?
Veo en el suelo, mi antiguo teléfono. Lo tomo y lo enciendo, me sorprende que aún tenga batería, no tardan en entrar miles, literalmente miles de mensajes de Matt y Hayley. Tenía tanto tiempo, de no pensar en ellos.
Tengo que llamar a alguien, sino moriré aquí, sola.
Pero mi cerebro no reacciona, marco un número, pero no sé de quién es.
{Llamada}
-¿Hola? -Dice una voz adormilada.
-Yo... yo... -¿A quien mierda estoy llamando?
-¿Jennifer, eres tú? -Pregunta un hombre.
Me pongo a llorar de nuevo. No sé qué estoy haciendo.
-¿En donde estás...? Creí que habías muerto.
Trato de hablar pero, me es imposible.
-No te muevas de donde estás. -Y cuelga.
{Fin de la llamada}
Me quedo nuevamente sentada en el suelo, viendo a la nada.
Media hora después.
Escucho como abren la puerta de golpe. Luego, también abren la puerta de mi habitación, y entra Ian Somerhalder apuntando el cuarto con un arma.
¿Ian Somerhalder? ¿A Ian fue a quien llame?
-Dios... Jennifer. -Dice asustado, guarda el arma en su espalda y se me acerca.
Se quita su camiseta y me la coloca. Había olvidado que no tenía ropa, también toma la sabana, y cubre mis piernas desnudas.
-¿Que sucedió? -Pregunta preocupado acariciando mi cabello.
-Se fue... -Digo con dificultad.
-¿Quien? -Frunce el ceño. Señalo la nota que está algo lejos, se aleja de mi y la lee.
Veo como aprieta la mandíbula y vuelve a verme.
-Ese idiota, se fue. -Él ni siquiera se lo puede creer. -Vamos devuelta a la torre, están preocupados y aún no saben de ti.
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