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Día 01 del mes 01 del año 2018

A las 12:45 am, aquella chica llenaba sus pulmones con nicotina una vez más.
Era su tercer cigarro en menos de 1 hora.

-Feliz año nuevo, Lauren— susurra mientras aquella nube de humo se deshace en el aire.

¿Hace cuánto estás aquí, chica?— se giró sin preocuparse en dirección a la chica que le hablaba.

Hace 20 años.— respondió con simpleza volviendo a su posición anterior; con los codos apoyados en el barandal de aquella terraza en dónde podía observar toda la ciudad.

Me refiero al lugar... — Lauren prefirió callar, no quería hablar con aquella desconocida y al parecer, esta no lo entendía.

¿Qué miras?— inquirió la molesta chica acercándose demasiado a la Ojiverde.

La manera más sencilla de alejarte de mi lado usando mi silencio y así no recurrir a mi perfil psicótico y lanzarte por este peñasco.— respondió con un tono neutro arrojando la calada de humo en la cara de aquella chica.

Interesante. Pero poco creativo.

—No me interesa saber tu opinión sobre mi.— giró sobre sus talones con rumbo a una esquina más apartada de aquella desconocida.

—Y yo no quería dártela. Solo estaba admirando el frío y la altura  por la que iba a  caer. Pero entonces te vi y quise saludar.— frenó en seco y se giró bruscamente hacia la ahora no tan desconocida chica.

¿Qué?— preguntó con simpleza y el entrecejo fruncido.

Eso... No te alarmes "Lauren"— mencionó haciendo comillas con sus dedos en el nombre– No es como si te interesara. O como si no hubieses visto algún otro caso de suicidio a altas horas de la madrugada.

—Per— la Ojiverde no continuó hablando, pues aquella chica a cortó en seco

Aunque ahora que lo pienso, dices tener un lado psicópata. Realmente me gustaría verlo. Al igual que me gustaría que cumplieras tus palabras y en serio me arrojaras por este peñasco, mientras me dices o molesta que soy, la basura estúpida que soy.
Lo patética que me veo... Ya sabes.
Las cosas que la gente dice cuando está molesta.

—Y-Yo no hablaba en serio.— admitió con cierto grado de culpa.

Lo sé, Lauren. Pero yo sí. Que tengas un gran año.

—¿¡Qué mierda crees que haces!?— arrojó la colilla a un lado mientras corría para sujetar la cintura de aquella suicida.

¿Qué crees que hago? Me voy. En toda su expresión... Me voy de aquí, de todo, de todos... — admitió entre sollozos

—A tus padres les dolería verte en un periódico. Muerta.— Lauren realmente no tenía palabras para expresarse. Nunca fue una persona sensible ante los problemas ajenos.
Ella solo los observaba y callaba, de vez en cuando los abrazaba. Pero no hablaba. Porque cuando lo hacía, las personas acababan peor emocionalmente.

¿Mis padres?— hizo una sonrisa torcida— Van a estar mejor sin mi. Tienen a mi hermana menor, un perro. Y estarían orgullosos de lo que ella puede hacer. Jamás veré algo de orgullo hacia mi.
¿Cómo crees tú, fumadora. Que unos padres extremadamente cristianos van a aceptar que su hija de 19 años sea lesbiana?
Mi madre dijo una vez que si ella llegaba a morir, sería de tristeza, y sería por mi culpa.
Porque estoy enferma.

—¿Enferma?— lauren cuestionó, la chica sonrió y negó.

Lesbiana. Estoy enferma porque soy lesbiana.
Me harté de las burlas, la desconfianza, el rechazo. Toda esa mierda que la gente dice porque simplemente se me dio la gana de fijarme en una mujer y no es un montón de músculos con pene y hormonas.
Me deprimi a tal punto que dejé de comer frente a mis padres.
Si, me lo han dado todo. Pero no merecen sentir vergüenza cada vez que salimos a la calle y la gente me mira como si fuera un fenómeno.

Lauren tragó saliva y la escaneó completamente. Se dio cuenta de tres cosas;
La primera: Esa chica pesaba menos de 45 kg.
La segunda: la chica iba a morir, al igual que ella.
La tercera: Debía salvarla y salvarse a sí misma.

Déjame sanarte— pidió

—¿Lo dice la misma persona que quería hacerme daño hace unos momentos? Justo antes de saber una PARTE de mi patética historia...

—No— habló firme mientras le sujetaba fuertemente la cadera — Lo dice la idiota que probablemente tiene cáncer en los pulmones, que va a morir, que se está ayudando lentamente mientras fuma y que quiere hacer al menos una maldita cosa buena antes de irse.
Déjame sanar tu corazón.

—Mejor trata de sanar mi cabeza— propuso la chica

— Si, quizás allí están tus problemas. Pero  sanar el corazón es el camino a la paz mental.

—¿Por qué?

—Nadie debería morir sin hacer al menos 7 locuras.

—dime una...

—Saltar desde ese extremo— señaló el borde de la terraza en dónde se veía perfectamente como las olas rompían en la orilla.— y ver qué pasa después.

—Una segunda sería besarte.

Lauren sonrió por primera vez en esa noche.
Camila sintió por primera vez que no quería morir tan rápido.

Entonces, perdóname por rechazarte sin conocer primero tu historia, y bésame mientras estamos cayendo.

Lauren tomó en brazos a aquella desconocida y comenzó esa carrera al borde del abismo.

«literalmente, el abismo se acercaba para ambas»

Piel y Hueso; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora