En la espera

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Ya instalado en el sillón, a Pedro no le quedaba más que esperar; según el viejo reloj de pared le quedaban 4 horas. Cuando eres mayor, esperar ese tiempo no es complicado, pero a los 19, como Pedro, es una tarea complicada.

Tras mucha concentración, solo habían pasado 4 minutos. La impaciencia comenzaba a presentarse. Recorrió con la vista a las otras personas que estaban a su alrededor, todos los que estaban despiertos pasaban el rato con algo: Un diario, una revista, un puzle. Pedro no había traído nada, y es que a decir verdad, uno nunca está preparado para esperar. A él no le quedaba otra que dormir de igual forma como el anciano que estaba a su izquierda, aunque trataría de no roncar tanto.

Al despertar, instintivamente fijó sus ojos al reloj, ahora solo quedaban 3 horas y 30 minutos. La dolía un poco la cabeza y el sueño no volvería, por lo que no quedaba más que otro recurso: Conversar. A su derecha una pared, a su izquierda el anciano se había retirado, y más allá una joven se veía ocupada con un libro de sudoku.

Pedro tomó aire y aclaró su garganta, acto seguido se arrepintió. Suspiró y lo intentó nuevamente.

-Dicen que jugar sudoku ayuda a prevenir el Alzheimer.

Ella dejó de mordisquear su lápiz y cruzó la vista con Pedro.

-¿Sí?, ¿Y quién dice eso?

-No lo sé... lo olvidé -respondió Pedro alzando los hombros. Ella soltó una risita mientras meneaba la cabeza.

-Soy Pedro.

-Yo soy... no me acuerdo.

Ahora es Pedro quién ríe. "Un gusto, Nomeacuerdo" dijo mientras simulaba una reverencia.

-El gusto es mío, y el nombre es Amelia.

-Amelia... ¿A qué te dedicas?

-A esperar, tengo una paciencia increíble.

-No te puedo creer.

-¿Viste? Increíble. ¿A qué te dedicas tú?

-Bueno, yo me dedico a... -Pedro mantuvo el silencio.

-...¿A qué?- insistió Amelia.

-Veo que la paciencia ya se acabó.

Ambos estallaron en carcajadas. Siguieron charlando bastante tiempo. Ambos vivían no muy lejos uno del otro, aunque nunca se toparon, y casi terminan estudiando en la misma escuela. Compartían los mismos gustos musicales y hasta odiaban las mismas cosas.

-Yo estoy en primer año de Teatro -dijo Amelia, sin que le preguntasen.

-¿En serio?, ¿Puedes...

-No voy a llorar -interrumpió-. Cada vez que digo qué estudio me piden lo mismo.

-Sí... sé lo que se siente. Yo estudio Diseño Gráfico -dijo entre risas.

-¿Puedes hacerme un dibujo? -preguntó haciendo comillas con los dedos.

-Yo pensaba que estudiabas algo más... científico.

-¿Lo dices por los lentes?

-No... sí.

-Soy buena en matemáticas, pero... -la voz se le quebró- las tablas son mi pasión.

-¿Estás bien?

-Sí. Era una muestra gratis, jajá -rio. Pedro se contagió-. Las náuseas ya no son nada para mí.

-A ver -extendió un brazo-, déjame hacer una muestra gratis para ti -Pedro atrapó el libro de sudoku y el lápiz que Amelia le lanzó y comenzó a dibujar. Hizo un bosquejo de un logo con el nombre "Amelia" el centro con un escenario de teatro al fondo y una cortina adornada con distintos números.

-Una fusión entre el teatro y la matemática -dijo Amelia al recibir de regreso su libro.

-Una muestra gratis pagada con otra muestra gratis -Pedro sonrió.

-Gracias. De verdad.

Al poco rato Amelia comenzó el proceso de retirarse a otra sala. Pedro, estaba nervioso, tomó aire, aclaró su garganta y acto seguido no se arrepintió.

-¿Nos volveremos a ver? -preguntó.

-Claro. El próximo lunes en la mañana. Sé puntual -guiñó, mientras salía de la habitación.

-Pero... en otro lugar.

-No tengo tu número -dijo detenida en el umbral de la puerta.

-Está en el logo -respondió Pedro, devolviendo el guiño.

-Nos vemos, entonces.

Amelia se fue. Pedro vio el reloj, ahora restaba una hora de espera. Le hubiese gustado que fuese menos tiempo pero las diálisis toman su tiempo.

Cuentos Cortos de MediatardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora