Envuelta en ira, cerró la puerta muy fuerte (pero no tanto si no bota el espejo que tiene colgando), tomó una almohada para lanzarla lejos (pero mejor la cambió por otra más viejita), se sentó enojada en la cama (porque si se ponía a saltar de rabia se queja la vecina del piso de abajo), corrió al refrigerador a devorar todo (pero cuando vio la mata de apio que le quedaba, lo dejó para más tarde).
Más que sus problemas personales, lo que ahora le daba rabia era ser no tener tanto dinero para desquitarse como en las telenovelas.
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Cuentos Cortos de Mediatarde
Proză scurtăCompilado de cuentos cortos que prefiero que estén acá que dispersos en Facebook