Capítulo 24 : Culpable perfecto

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—Gracias—susurró Ámbar mientras tomaba entre sus manos la taza de té que Pedro le había dado.

— ¿Nos pueden dejar solos? —preguntó Simón mientras observaba a sus dos amigos.

—Claro—respondió Nico rápidamente—Nos vemos mañana, descansen bien y no dejen críos aunque me encantaría eso...emm olvidenlo.

Ámbar rió por lo bajo y Simón le dedicó una mirada amenazadora al rubio antes de que esté se retirará junto a Pedro.

— ¿Mejor? —miró a su novia mientras acariciaba su espalda.

—Si... Perdón por eso.

— ¿Qué ocurrió?

—No lo sé...Me enojé mucho y... Perdí el control—respondió mirando un objeto que había tirado—. Perdón, lo rompí.

Levantó el cuadro de madera, cuyo vidrio se había roto. Pero no la foto que lo acompañaba.

—Que linda foto—susurró la rubia mientras miraba con desprecio la foto de Luna y Simón.

—Ámbar...—Simón acarició su mano— ¿Estás así por Luna?

—Si...—admitió avergonzada.

—No me pasa nada con ella, solo fue un estúpido beso.

—Me dijiste que no la besaste—Ámbar sintió un gran dolor por dentro.

—Si...si claro...solo que cuando eramos amigos fue ese beso y-y-y ahora no siento NADA—respondió nervioso sabiendo muy bien que mentir lo podría perjudicar.

—Ella cree que te haré sufrir—bajó la vista apenada—. Y tengo miedo de hacerlo Simón...No quiero verte sufrir otra vez, no te lo mereces. Y no soy buena persona, no soy igual que ella.

—Ámbar...No me interesa cómo seas o qué hayas hecho antes, la rubia que tengo aquí en frente mío es la Ámbar que quiero escuchar toda mi vida y pasar tantos momentos junto a ella—acarició su mejilla—Lo que digan los demás sobre ti no me importará,  porque siempre sabré que no será lo suficiente acertado, ya que ellos no ven lo perfecta que eres para mí.

Mínimas palabras que lograron recorrer sensaciones maravillosas sobre la chica. Cada uno de los problemas, aquellas voces, aquella terrible vida que conllevaba y aquellos arrepentimientos eran invisibles luego de tener a un gran chico que la alentará a nunca caer. Ese era Simón. La persona más importante para la frágil Ámbar, su sostén, su salida del desastre que la colmaba.

Sus labios se movían en sintonía luego de estar apegados;  apegados en un tierno beso.
Uno de aquellos que más los deseas, aquellos que no quieres que terminen pero la respiración no es lo suficiente y aquellos que crees que tienen una larga pausa antes de que suceda. Esa maldita pausa, pero increíble luego de que está termina.

Sus ropas caían, y el deseo los sumía, se amaban. Sí, lo hacían.
Se complementaban, sí.
Se necesitaban el uno al otro, claramente.

Eran tan desconocidos, quizá su amor era lo único que podían tener claro y ambos lograban sentirse destinados a amarse el uno al otro.

Los labios de Simón recorrían cada centímetro del cuerpo de Ámbar, pero no podían separarse de su cuello. El punto débil de ella.

La tensión aumentaba cuando la idea de volver a revivir este excitante momento, se acercaba poco a poco.
Y al por fin llegar, no había fuerza que los detuviera. Las sensaciones que se provocaron rogaban no acabar, y para ambos estaba bien.

Desconocidos [Simbar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora