Observé como la silueta del chico se aproximaba con un canasto de verduras hasta el mostrador. No pronuncié ni una sola palabra mientras lo atendía, ni siquiera levanté la mirada.
Le dije el monto y este me pasó el dinero, al agarrarlo, vi que algunos de sus dedos tenían curitas. Que extraño, ¿por qué tendrían tantas heridas en ese lugar?
A lo mejor estaba aprendiendo a cocinar, ya que últimamente compra más vegetales y carnes. De igual forma, eso no tenía nada que ver conmigo.
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Tú, un grito silencioso
Short StoryLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...