Ariel no ha venido a la tienda desde ayer. Entiendo que ni siquiera quiere verme la cara después de lo sucedido, ¿en qué estaba pensando? Soy un idiota total. Ni siquiera sé por qué hice aquello.
A quien engaño, claro que lo sé. Ver su rostro demacrado y con ojeras, su nariz y sus ojos rojos por lo que parecía un rastro visible de un llanto apenas controlado, me hizo querer consolarlo de inmediato. No resistí el impulso de abrazarlo.
No sé qué fue peor, que haya hecho eso o que haya salido corriendo como si hubiera cometido un crimen. Solo espero que Ariel no esté molesto conmigo por aquel arrebato repentino y que su ausencia el día de hoy no sea debido a mí.
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Tú, un grito silencioso
Historia CortaLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...