Mi corazón casi se dispara del pecho cuando divisé a Ariel viniendo hasta mí. No tengo idea de donde salen estos nervios. Ni siquiera se acercó a comprar algo, sino que caminó de manera recta hasta mí.
Mientras más se acercaba, noté ciertas cosas que me hicieron maldecir a viva voz. Su andar era lento, más que de costumbre, sus hombros estaban hundidos cuando se plantó frente a mí, su cara lucía enormes moretones púrpuras en el ojo y al costado de sus temblorosos labios.
De inmediato me puse de pie y rodeé el mostrador para llegar a él, pero cuando lo hice, él ya caía en el piso mientras modulaba un «ayúdame»
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Tú, un grito silencioso
Short StoryLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...