Llámenme cobarde, pero mis piernas empezaron a temblar de inmediato. Apretando la caja contra mi pecho, di unos pasos hasta llegar a la puerta del dormitorio. Tengo que ser valiente por Ariel, me dije a mí mismo reiteradas veces mientras un sudor frio se deslizaba por mi frente.
A parecer el hombre estaba en la sala ya que no escuché más pasos, pero eso solo podía significar que estaba con un Ariel vulnerable e inconsciente. Me armé de valor y ordenándole a mis piernas que dejen de ser unas cobardes, me fui despacio hasta donde estaba el bisturí mientras dejaba la caja de primeros auxilios en el piso. Ahora sí estaba preparado, solo espero que esto no termine en una tragedia.
—Vaya, ¿te has desmayado de nuevo? Tú sí que no aguantas, mi hermosa florecita —El sonido venía de la sala, me quedé en el marco para pensar cómo actuar a continuación— ¡Con que al fin despiertas!
Mierda, ¿Ariel despertó? ¿Qué hago? Pensé en la mejor solución y tomé el celular que tenía en mi bolsillo trasero para marcar a la policía. Si decía alguna cosa, estaba seguro de que aquel hombre lo descubriría, así que dejé que la línea suene y con las esperanzas de que nadie colgara de inmediato, me fui hasta él.
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Tú, un grito silencioso
Short StoryLo veía venir siempre con los hombros hundidos, la cabeza agachada y con vestimenta excesiva para el clima caluroso. Sin embargo, había algo que llamaba aún más mi atención y era aquella mirada gélida que parecía gritar auxilio. ¿Qué podría esconder...