Capitulo 3: Dumah

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A la mañana siguiente sintió que algo le acariciaba el cabello. Lo dejó estar sin pensarlo, pero al escuchar una voz tarareando mientras le peinaba reaccionó. Levanto la cabeza para ver a quien le acariciaba.

Unos grandes ojos como los de una mosca la miraban.

-Hola, Gardy- canturreo Lilya. Llevaba unas gafas muy grandes que cubrían sus ojos. Parecían de trabajo, pero muy al estilo steampunck.

-L-lilya... - se sentó rápidamente en la cama, miro a los lados y recordó que Ezarel debía estar cerca, pero no lo vio por ninguna parte.

-Lo siento... -se sentó en la cama- Solo vine a verte.- dijo dulcemente.- Ezarel salió temprano, así que preparé el desayuno para las dos.- se puso de pie y le entregó un paquete.- Te traje esto... por favor pruébatelo.- dijo en un divertido tono de súplica.

La chica lo abrió y vio un conjunto de ropa el cual constaba de las botas hasta la rodilla y un traje de una sola pieza con un pantalón corto lleno de volantes que lo hacían parecer una falda que conectaba con una blusa con muchos detalles en el pecho.

-Es muy lindo- dijo la chica acariciando la suave tela.

-Me alegro mucho.- dijo subiendo sus lentes, dejando ver sus ojos.- Anda, ve a ponértelo.- le insistió feliz.

La chica asintió sonriendo, entro al baño, se dio una ducha y se puso el regalo de Lilya. Cuando salió, la peli rosa se estaba arreglando un poco el vestido verde manzana de estilo victoriano que llevaba puesto, este le llegaba hasta la mitad de la pantorrilla y llevaba unos botines blancos con cordones. Al escucharla salir, se giró rápidamente para verla.

-¡Te vez adorable!- dijo dando saltitos, mientras caminaba hacia ella.- Déjame peinar tu cabello.

La chica solo recibió las atenciones de Lilya, ella era tan amable y alegre que era imposible negarse. Cepilló su cabello y lo acomodó haciendo un recogido con la mitad de su cabello, dejando el resto suelto.

-Te ves tan linda.- dijo pellizcando ligeramente sus mejillas.

Después de eso, se sentaron a desayunar, Lilya quería saber todo sobre cómo se habían dado las cosas entre ella y Ezarel, después de todo el elfo no le daba los detalles tan jugosos que ella deseaba escuchar, como toda una madre entrometida. Y por otro lado, la chica no tuvo gran problema en contarle algunas cosas.

-No puedo creer que Ezarel te haya engañado tanto.- dijo al escuchar que Gardienne pensaba que el elfo la odiaba desde un principio.

-No tenía forma de saberlo.

- No sabes desde cuando me ha hablado sobre ti. Seguro él no tenía idea de qué hacer contigo- se rio Lilya.

-Admito que yo tampoco sabía qué hacer.- se sonrojó mirando ligeramente hacia un lado.

-A veces es un idiota... -dijo ella- Pero ahora que están juntos podrán darme los nietos que tanto espero.- sonrió ilusionada.

La chica quedo perpleja. Había olvidado lo volátil que era Lilya a veces, pero ante los gestos que hacia no podía más que reír. En especial porque comenzó a hablar sobre lo que haría cuando Ezarel y Gardy tuvieran un bebé.

Pasaron juntas al taller donde trabajaba Lilya, ella le ofreció compañía para atender la tienda, al parecer su ahora suegra era quien fabricaba todos los artefactos que habían ahí, además de reparar cualquier objeto en mal estado que le traían sus clientes.

Cerca de la hora de comer un joven elfo de cabello anaranjado y largo con ojos grises entró.

-Hola, Lilya.- la saludo amistoso acercándose al mostrador donde ambas estaban.

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