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Respira y cuenta hasta diez.

Era lo que su hermana le contestaba en sus mensajes cada vez que Jihoon se quejaba con ella por las constantes acciones de Seungcheol.

"¡Seungcheol escondió mis libros!"
Respira y cuenta hasta diez.

"¡Tomó mi llave y me dejó afuera!"
Respira y cuenta hasta diez.

"¡Apagó la alarma y llegué tarde a clases!"

-"Respira y cuenta hasta diez" -repitió en tono infantil para sí mismo mientras caminaba hacia la sala de música.

Habían pasado ya dos semanas desde que iniciaron las clases y, con ello, múltiples bromas y jugadas por parte de Seungcheol.

Un día, Seungcheol tomó su mochila con todas sus pertenencias y salió de la habitación sin mirar atrás. Pero, contrario a lo que Jihoon creía, volvió horas después con la mochila y otro par más.

El ambiente entre ambos era bastante tenso y Jihoon no terminaba de comprender por qué. Él no recordaba haber hecho algo que pudiera molestar o incluso lastimar al otro; él sólo llegó, en el peor de sus días, con el propósito de estudiar, hacer amigos y vivir experiencias que perduran por siempre en la mente y el corazón.

Y vaya que estaba logrando ese último.

Por toda una semana estudió a Seungcheol y su horario, y en base a eso creó un itinerario en el que no tuviera la necesidad de cruzarse con el azabache. Puede que Jihoon realmente no hiciera nada malo, pero reconocía cuando alguien no quería entablar una amistad con él, lo entendía y respetaba su decisión. No tenía necesidad de rogarle a nadie que no fuera su madre.

Jihoon se despertaba más temprano los miércoles y viernes, que era cuando el chico tenía clases antes que él. El resto de los días eran clases aún más temprano que las del azabeche, así que igual tendría que despertar antes. Por las tarde trabajaba en el café, y aunque Seungcheol era cliente frecuente, logró convencer a Seungkwan de atenderle él todo el tiempo, quien -por cierto- se había convertido rápidamente en un amigo de Jihoon, y es que él también notaba la actitud del mayor hacia el más bajito y después de contarle lo sucedido, estaba muy pendiente del tema. Durante las noches, cuando Jihoon y Seungkwan regresaban del trabajo, Seungcheol no estaba presente o simplemente estaba durmiendo como oso. De esa manera, jamás habría necesidad de cruzar palabra con Choi. Claro, al menos que la situación lo amerite.

Todo parecía que iba perfecto hasta que él alto decidió jugarle un par de maldades a Jihoon. Todas eran bastante inocentes, a decir verdad, pero era el pan de cada día, cosa que -desde luego- desesperó a Jihoon.

Bajó el último escalón de las escaleras, con una pila de cuadernillos de canciones en blanco en sus brazos. Tenía que llevarlos al salón de música antes de irse a la cafetería. Todo fue resultado de una de las bromas de Choi, la más reciente, donde decidió desactivar todas las alarmas de Jihoon, provocando que llegue tarde a su clase de las 2, y que perdiera todas sus clases matutinas. Y es que si dormir fuera un deporte, Jihoon obtendría medalla de oro en todas las Olimpiadas.

-Demonios

Susurró cuando un par de chicos pasaron a su lado, bastante cerca, y lo golpearon por detrás. Razón por la que ahora se encontraba de cunclillas, recreando la pila de nuevo.

-¿Esto se convertirá una costumbre entre nosotros? -bromeó Soonyoung mientras se inclinaba para ayudar al pequeño.

-Espero que no. Es vergonzoso que me ayudes todo el tiempo...

-Descuida, no es ningún problema para mí.

-Para mí lo es -una voz a sus espaldas le causó escalofríos a Jihoon- Primero tu ropa y ahora esto, ¿no te basta? -su tono era duro y grosero.

Eres...INSOPORTABLE [JICHEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora