O4.

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( PUEDO ESCUCHAR EL MAR )
 

                                   
                  
Jungkook siempre fue alguien tranquiloy curioso, con una enorme imaginación. No era alguien muy sociable, pero aún así la idea de hacer amigos y entablar conversaciones con los demás no le era algo sumamente complicado de hacer.

A pesar de sus miedos e inseguridades, tuvo la suerte de no sufrir ningún tipo de abuso hacia su persona debido a su condición física. Claro que hubieron una que otra pequeña pregunta acerca de aquellos aparatos que utilizaba en ambas de sus orejas, pero no más aparte de eso, y lo agradecía infinitamente.

Sabía a la perfección que todas esas palabras de aliento y esperanza que los doctores solían decirles a sus padres, no eran más que falacias. Sin embargo, una pequeña pizca de fe aún se encontraba dentro de él, a pesar de que su futuro ya se encontraba totalmente escrito.

Tal vez por eso mismo podía entender lo que Yoongi sentía, tal vez por eso aceptó hacerle compañía.

                                    
Si bien Jungkook no se lo tomó demasiado bien al principio, logró aceptarlo con el paso del tiempo; a fin de cuenta, seguía vivo y eso era lo único que importaba. ¿Por qué habría que limitarse sólo porque estaba a punto de perder la capacidad de escuchar? ¡Si todavía le quedaban mucho por vivir!

El día en el que se encuentre a sí mismo sin poder levantarse, con el dolor a más no poder y con su último respiro, es cuando va a preocuparse y lamentarse por no poder haber hecho cualquier cosa.

Mientras tanto, se dedicaría a ser feliz y tratar de hacer felices a otras personas.

                                                                                                                                                                                                      
                                                     
Soltó un ligero suspiro mientras se adentraba a la cocina, dispuesto a prepararle algo de té a Yoongi una vez que éste logró calmarse por completo. Tenía una vaga idea del por qué el mayor decidió estallar en lágrimas, pero no quería asegurar nada todavía.

Por una parte, podía entender lo difícil que es perder algo importante de la noche a la mañana, como si nunca hubiese existido.

Pero no lograba entender aquella pérdida en su totalidad, puesto que a Jungkook aún le quedaban unos cuántos años más antes de quedar completamente sordo. En cambio, a través de los años, Yoongi fue testigo de cómo poco a poco perdía la vista.

Sería menos peor para él si ya hubiese nacido así. Tal vez de igual forma para mí.

Por unos instantes, mientras indagaba por su mente, pensó que tal vez el destino quiso que ambos se encontraran; como si el que se conociesen ya se encontraba planeado a la perfección, un plan sin ningún fallo y ningún hueco. Se apoyó en la encimera y esperó a que el agua hirviera, la radio estaba apagada y Holly no se encontraba jugueteando por la casa.

Le abrumaba estar en completo silencio. Lo detestaba.








— Hyung, ¿seguro que te encuentras bien? —preguntó, dejándole la taza de té en la pequeña mesa de mármol. Yoongi, después de lo ocurrido minutos atrás, no había musitado palabra alguna.

Jungkook pensó qué tal vez debía irse y dejarlo solo, que tal vez eso era lo que necesitaba en ese preciso momento. No lo hizo, sin embargo. No quería dejarlo solo y permitir que Yoongi se hundiera cada vez más a ese abismo en el que se encontraba.

— Quizás... quieras estar solo, pero no me voy a mover de aquí hasta que me asegure de que en verdad estás bien —dijo en voz baja. Se sentó en el suelo y dejó que Holly se acomodara en su regazo, sonrió un poco y se dedicó a acariciar al canino —. Diría que sé lo difícil que es para ti enfrentar tu discapacidad, pero no lo haré porque no te entiendo realmente. Pero sí puedo decirte que dejes de arrojarte a ti mismo a ese horrible hoyo negro en el que estás, sólo tenemos una vida, hyung, y cada quién decide cómo vivirla. No me gustaría que te la pasaras lamentándote por el resto de tu vida, porque eso, desde mi punto de vista, no es vivir.

Silencio.

Jungkook se mordió el labio, pensando qué tal vez nada de lo que dijese haría cambiar aquella mentalidad tan negativa que Yoongi poseía.

Y, sin saber por qué, sintió ganas de llorar.

SUSURROS DEL CORAZÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora