( LA PRINCESA MONONOKE )
Cuando despertó, no se molestó en levantarse, prefirió quedarse acostado y admirar el techo color beige de una habitación ajena a la suya. Había despertado temprano un sábado, la alarma la tenía activada sólo de lunes a viernes, pero su cuerpo ya se había acostumbrado a abrir los ojos apenas saliese el sol. Se colocó de lado y se acurrucó aún más entre las cobijas, tapándose hasta la boca.
Hace dos días que escapó de casa.
En realidad no escapó como tal, antes de apagar su teléfono le mandó un mensaje de texto a su mamá, avisándole que se iba a quedar a dormir en el departamento de uno de sus amigos. Estaba más que seguro que sus padres le darían una buena reprimenda al llegar a casa, pero aquello lo tenía sin cuidado. Soltó un suspiro y cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño nuevamente, haciendo caso omiso de la opresión en su pecho y las tremendas ganas de echarse a llorar que sentía.
Refugiándose en una casa que no es la suya, causándole molestias a su mejor amigo, sólo porque es un cobarde y no puede afrontar la realidad.
Patético. Eres patético, Jungkook.
Los pasos apresurados por el pasillo no se hicieron esperar al momento en que cerró la puerta de madera detrás de sí. Su madre apareció primero, reconoció ese gesto que hacía cada vez que algo realmente le enfurecía, lo veía cada vez más seguido; su padre y su hermano llegaron a la par, casi pisándole los talones.
Bienvenido, otra vez me harán menos comparándome contigo, pensó con amargura.
— ¿Dónde demonios has estado? ¿Sabes lo preocupados que estábamos por ti? ¡Un mensaje no basta, Jeon! —le gritó su madre mientras lo tomaba por los hombros con fuerza.
— Jungkook —esta vez intervino su padre—, ¿por qué decidiste irte sin avisar? Te pudo haber pasado algo. No seas irresponsable, por el amor de dios.
No les respondió, a ninguno de los dos, sólo mantenía la mirada fija en su hermano. No lo odiaba, joder, por supuesto que no; es su misma sangre, con quien pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia, con quien rió y lloró un montón de veces. Pero cada vez que se encontraba de visita, su pecho dolía y las lágrimas que soltaba no eran de felicidad. Porque él tenía lo que Jungkook no: el orgullo de sus padres, una profesión digna y lo más importante es que no poseía ninguna discapacidad.
Tragó fuerte y apartó la vista, apartó las manos de su madre y dio un paso hacia atrás. De repente, se sintió sofocado.
— Estoy bien —logró decir en un murmullo—. Lo lamento, no volverá a pasar.
Y sin nada más que decir, se dirigió hacia su habitación, ignorando los gritos de sus padres. Se encerró en el único lugar donde podía desahogarse por completo, se dejó caer en la cama y abrazó la almohada; la única testigo de sus tantas lágrimas y sollozos.
Se levantó temprano por la mañana, sus ojos se encontraban un poco hinchados y su rostro denotaba cansancio. Después de hacer sus necesidades, se dirigió a la cocina; su familia ya se encontraba tomando el desayuno, al parecer a sus papás se les había pasado el enojo al verlos tan contentos haciéndole preguntas a su hermano y alabándolo. No entró ni musitó los buenos días, temiendo romper esa atmósfera que se había creado; volvió a su habitación y se dio una rápida ducha, cambió su ropa por una limpia y salió.
— Jungkook, ¿a dónde vas? —preguntó Junghyun — Desayuna antes de que te vayas...
— No, él no irá a ningún lado —su madre se levantó de la mesa —. ¿Crees que no tendrás un castigo por lo de ayer? Sé que te fuiste con Kim Taehyung, ya te he dicho que ese muchacho no es buena influencia para ti, no es más que un muerto de hambre.
— No hables así de Taehyung, mamá —suspiró hastiado —. Sólo saldré un rato, volveré más tarde.
— En lugar de salir a quién sabe dónde, deberías ponerte a estudiar y buscar una universidad. Aprende de tu hermano, quien consiguió una excelente beca en el extranjero. ¿Qué has hecho tú, Jungkook? ¡Nada! Cada vez nos demuestras que Junghyun es mejor y...
— Joder, ya basta —la interrumpió, elevando un poco la voz —. Estoy harto de escucharte todo el tiempo hablar de Junghyun, maldición. Voy a salir y no me importa si estás de acuerdo o no.
— ¡Te lo prohibo, Jeon Jungkook! ¡Regresa a tu habitación ahora mismo! ¿Por qué no lo entiendes? ¡¿Acaso estás sordo?! —vociferó molesta.
— ¡Sí, sí lo estoy! —respondió de igual forma—. No puedo escuchar, dentro de unos pocos años me quedaré completamente sordo, o incluso puede ser este año. Pero, ¿sabes qué? Estoy harto de que me traten como si fuese un inválido; puedo caminar, puedo usar mis brazos, puedo hablar, puedo ver. Puedo valerme por mí mismo, ¡deja de tratarme como un crío! ¡Soy sordo, no un idiota!
Todo había pasado demasiado rápido, no lo vio venir, de hecho, ninguno de los presentes lo hizo. El ardor en su mejilla derecha fue lo que lo hizo volver a poner los pies sobre la Tierra. Observó a su madre, sorprendido; era la primera vez que le ponía una mano encima, y eso bastó para que saliera de su casa azotando la puerta.
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SUSURROS DEL CORAZÓN.
Fanfiction© 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐊𝐎𝐎𝐊 : Min Yoongi fue un gran fanático de los instrumentos cuando era niño. Sin embargo, debido a su enfermedad, continuar haciendo lo que más amaba le fue imposible.