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—Soy Gerard — él pelirrojo le ofrece la mano en muestra de saludo.

—Frank — la toma un poco apenado. —Tengo que volver al trabajo — sin pensarlo dos veces el avellana sale del pequeño baño, dejando al esmeralda con una estúpida sonrisa, escapó como la última ves. ¿Porque?

(...)

Tres horas pasaron, él esmeralda se encontraba en la puerta trasera del bar esperando a que él turno de Frank finalizara, no sabía exactamente que hacia ahí, los chicos se habían ido, no tenia chaqueta y él frío congelaba sus huesos.

La puerta se abrió dejando ver a Frank con un lindo gorro de lana, el esmeralda sonríe al instante pareciera que su sonrisa ilumina todo él lugar.

Camina a paso rápido hasta el, este lo ve pero sigue caminando.

—Hola — saluda torpemente él esmeralda mientras trata de seguirle él paso.

—Hola —

—Quieres ir a tomar un café — lo invitó cortésmente esperando ese anhelado si.

Negó repetidas veces.

—Vamos, podríamos ser buenos amigos — ruega, este para en seco, sus ojos se clavan en los de Gerard, le causa un poco de intimidación pero le sostiene la mirada con una sonrisa.

—Esta bien — sonríe ampliamente.

Caminan sin importarles él intenso frío, las platicas hasta la cafetería se hacen cada ves mas intensas, tienen muchas cosas en común como él amor a él café.

Toman asiento en la terraza de la gran cafetería, los dos chicos con su café en las lindas tazas blancas, un silencio inunda él lugar, él avellana esta pensativo con su mano en la barbilla.

—¿Estas bien? — pregunta Gerard preocupado, podría jurar que los ojos del avellana se cristalizaron al escuchar esa pregunta.

—Si — una lágrima sale de sus bonitos ojos, la limpia toma su gorro de lana y sale como rayo de ahí sin dar explicaciones.

Gerard observa como se marcha, una parte de él quiere ir con él, abrazarlo y decirle que todo va a estar bien a pesar de no saber que es lo que le pasa, pero él sabe perfectamente que en estos casos es mejor estar solo.

Paga lo correspondido y sale de ahí, feliz de saber donde puede encontrar al avellana, poder volver a salir y platicar como lo hicieron esa noche.

(...)

Él camina por las frías calles rumbo a su casa, con él rostro lleno de lágrimas, lágrimas llenas de desesperación y dolor mucho dolor, él no puede amar y lo sabe muy bien.

Que si reconoció al esmeralda, claro que si había soñado con esos lindos ojos con largas pestañas, desde aquella noche lluviosa.

Él no puede amar y lo sabe...

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Solo Amigos |Frerard| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora