Destiny es la primogénita del conde de Rochester, un hombre poderoso y adinerado. Ella es una mujer fuerte, valiente, educada, divertida. Tiene una reputación impecable, dinero a montones pero carece de belleza.
El es un hombre apuesto y rico...
Durante un mes, Adrian la cortejo. La acompañaba a bailes, veladas íntimas, paseos en carruajes. Ella se mostraba amable y educada, pero solo cuando estaban acompañados. Solos, era completamente diferente. Era un témpano de hielo, no le hablaba más que contestaciones monosílabas, y jamas lo miraba. Ni siquiera le permitía que la llame por su nombre de pila. La primera vez que lo hizo lo puso en su lugar.
-Puede llamarme Lady Destiny, o milady. No se atreva a faltarme el respeto.
A pesar de todo, Adrian estaba justo donde quería. Era aceptado en las fiestas de más alta alcurnia y solo tenia que casarse con Destiny.
"¿Puedo tener el placer de verla en su hogar esta tarde? Si es así guarde esta tarjeta; sino por favor devuelvala" Destiny estuvo tentada a hacerlo. La apretó en la mano y le dijo a Elle que prepare su traje de montar, sabia lo que Adrián quería y para tener esa conversación necesitaban estar solos.
Cuando el llego a la casa, lo recibió Destiny ataviada con un precioso vestido de montar, en conjunto con una chaqueta y sombrerito. Salieron al galope suave y Adrián vio asombrado que ella montaba a horcajadas. Lo llevo a un prado y preparo un picnic sin omitir palabra. Después de sentarse y servir unos bocadillos ella hablo.
-En dos de cada tres fiestas, me veo en la obligación de oír ese rumor sobre usted y Lady Clare. No me importa, ni me interesa con quien se acuesta, pero no voy a permitir que se burlen de mi. Si quiere acostarse con esa mujer, puede hacerlo, en el mas completo secretismo. Puede acostarse con cuanta falda se le cruce, pero en el momento en que sea su esposa, me debe el respeto correspondiente.
Adrián asintió sonriente al saber que estaba más cerca de su meta. Ella continuo.
-No vamos a tener relaciones conyugales, hasta que yo lo crea conveniente.
- Debemos consumar el matrimonio . - dijo el tranquilamente.
- Lo haremos cuando yo lo quiera. A cambio de eso, podemos casarnos cuando usted lo quiera, a partir de este momento.
-Nos casaremos en un mes.
-En lo que respecta a nuestras actividades, yo seguiré trabajando cómo decoradora.
-No voy a permitir que mi esposa trabaje.
-Pues deberá hacerlo.
Ella le tendió la mano para sellar el trato. El finalmente le tendió la mano, dejando que ella crea que se salia con la suya.
- Yo se que no soy lo que tu esperabas, pero tratare de no ser lo peor que te imaginas. Conmigo no te faltara nada material, tendrás todos los lujos y caprichos que desees.
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En exactamente un mes, se casaron. la ceremonia fue bella y breve. Los flamantes esposos, se pusieron sus anillos de boda y ella sintió un peso extra en su mano.
