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Como no podía ser de otra forma, aunque quisiera, necesitaba mantener la mente ocupada en mucho para evitar sentirse como una loca. Una que escalaba o descendía entre estados emocionales más rápido de lo que incluso respiraba.

Volvió a la universidad al no disponer otras opciones o un plan B, y claro que podría dejarlo todo y aun así poseer los medios suficientes para sobrevivir. Sin embargo, no deseaba decepcionar a sus padres, porque a lo lejos, ellos aun la apoyaban y depositaban su confianza incondicionalmente. (incluso si ella ya no confiaba en si misma)

Si le preguntaban, con gusto la carrera la habría mandado a la mierda hace mucho, no necesitaba hacer eso, no quería hacer eso. Era sólo que ella aún tenía consciencia, suprimida en ciertos sentidos, pero la tenía. Y era esa consciencia, o su rescoldo, lo que mantenía la terca convicción de terminar lo que comenzó.

Soportar tantos ojos sobre su ser era algo a lo que nunca podría acostumbrarse por completo, y ahora sencillamente le fastidiaba. Deseaba dejar de sentirse juzgada, porque sabía que ellos lo sabían. Si las noticias se riegan como la pólvora, seguro que ellos lo sabían todo, aunque era bastante claro que ninguno se atrevería siquiera a preguntar sobre la situación.

Chaeyoung también asistía a esa universidad, en el mismo departamento, aunque cursaban diferentes carreras. Ella, dada para el baile, y la pequeña, toda una artista en el dibujo, ambas hacían arte, ambas eran arte juntas. Su relación no era muy escandalosa, porque afortunadamente ambas habían encontrado esa sintonía amena entre sus sentimientos y el cómo expresarlos u ocultarlos frente a los demás.

Sólo bastaba mirarlas, porque la conexión de sus ojos las delataba, y tampoco se necesitaba ser un genio estudiado en Harvard para comprender que estaban saliendo juntas y se habían vuelto locas la una por la otra.

Aunque Chaeyoung ya estaba loca cuando la conoció.

¿O la loca era ella?

Ya no importaba.

Odiaba sentir que la gente la compadecía. No quería aguantar eso. Ni siquiera de sus pocos amigos, quienes ahora la trataban como una puta enferma, evitando tocar ciertos temas o pronunciar un nombre en especial, para evitar hacerla sentir "incómoda".

Lo que no sabían era que no necesitaban pronunciar su nombre o circunstancias específicas para que la recordara en cada maldita cosa que hacía.

Que van a saber ellos.

Nada.

—Mina. —Esa era Sana, chica torpe y despistada, aunque divertida. Se habían conocido por medio de las clases en la facultad, descubriendo Mina que la chica además de ser compatriota, le llevaba un par de años de ventaja.

—¿Hm? —Los audífonos impedían que escuchara correctamente. Sana entendió el mensaje y sonrió, esperando con paciencia por la menor sentada frente a ella.

—¿Vas al estudio hoy? —Se refería a cierta pieza que servía como sala de ensayos para los aprendices de la facultad.

—Paso. Necesito aire puro, y un café. —Una adicción que no tardó en despertar, al igual que pasó con los cigarrillos. Suponía era una forma de atar a Chaeyoung junto a ella por más tiempo del que debería. Si sus hábitos no se iban, ella tampoco, ¿Cierto?

—Minari. —Si, Sana se atribuía la confianza de llamarla así porque conocía bien a la japonesa, aunque prefería respetar el estado de luto al menos por un poco más de tiempo. —Tanto café te daña. —Preocupación en su rostro. Mina lo confundió con compasión.

—Sé lo que hago, Sana. —Y naturalmente se molestó por ello.

—No, no lo sabes, Mina. —Difícil era ver a la mayor frustrada por algo, aunque ciertamente lo estaba y fundamentos tenía, intentaba ponerse en el lugar de su compañera y amiga. —Déjala ir. —También podía ser contundente. —Sabes bien a lo que me refiero. —Tomó sus cosas y se marchó, dando las espaldas a una japonesa dolida.

Sí que sabía bien lo que hacía, aunque no entendía del todo porque cuando ella iba de maravilla y un intento de sonrisa se esbozaba ligero en su rostro, cinco minutos después se hallaba encerrada tras la puerta de uno de las baterías sanitarias de la biblioteca, reprimiendo con la mano sobre su boca, los gemidos desdichados que emergían desde la profundidad.

—Ah... ¿Tú también me vas a mirar mal? —Le hablaba al celular sobre sus manos. En concreto, a una foto que tenía con Chaeyoung donde ambas sonreían felices para la cámara.

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Como pueden notar, hubo un cambio de portada y..la introducción de un nuevo personaje. Este fic fue concebido como un MiChaeng en su totalidad, sin embargo..me he visto en la necesidad de usar a otros personajes para apoyar el desarrollo de la obra.

Hagan sus apuestas por el siguiente personaje en hacer su aparición. *ojitos*

¿Vienes Conmigo? (MiChaeng + Momo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora