¿Vienes Conmigo? (MiChaeng + Momo)

-0- (Epílogo)

Nota de Autor: Frases escritas en cursiva y/o entre comillas pueden representar: Sueños, pensamientos, mensajes entre personajes o escenas pasadas. ¿Cuál es cuál? Supongo que el contexto les permitirá deducir aquello.Disfruten la lectura.

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"¿Hola?"

Confusa, mira a la izquierda y luego a la derecha, encontrando sus orbes cafés en el recorrido, árboledas robustas, frondosas y agrupadas por montón. Son tan grandes que la longitud de sus ramas fragmenta el cielo celeste y limpio en pequeños pedazos que apenas distingue.

Camina. Un paso, dos. Al frente, y debajo de sus pies, un sendero recto de piedras finas sexagonales apiladas la recibe. Luce como un pasillo sin fin, de esos que se extienden hasta que la línea del propio horizonte se desdibuja y el límite es, un concepto abstracto. Inexistente.

Un paso, y otro más. Es extrañamente...silencioso. No puede escuchar el eco de sus pisadas, el aleteo de las hojas flotando en la ventisca (aún si las ve), y tampoco su respiración recorriendo el aparato respiratorio una y otra vez al repetir la función vital. Parece irreal. Se siente vacío, y angustiante.

Necesita calmar su ansiedad. Cuando decide que ha caminado lo suficiente sin dirección específica, se detiene para acariciar un par de pequeñas hojas con cuidado apenas con la yema de sus dedos. Como si temiera que la brusquedad quebrara la armonía propia de la naturaleza.

"Tan verde"

Ella no puede distinguir entre la realidad y los sueños.

"Mina"

Reconoce esa voz que le transmite calma. La reconocería al pasar los días, los meses y los años sin problema alguno. La reconocería, incluso si su mente se desconecta, porque es en su corazón donde resuena el eco cálido de las palabras.

"Mina"

La está llamando, aunque no sabe exactamente desde dónde, ni desde cuándo.

"Ella está aquí, como siempre"

Ignorando a la que clama por su nombre, vuelve a hacer camino, esta vez mucho más despacio que el apretado andar que se vio forzada a tomar en primer lugar, mientras el acompañante repite su nombre como el mantra de un rito. Como si con nombrarla pudiera alcanzarla, tomarle la mano, abrazarla. Evitar la desesperación que le provoca la distancia física, la distancia terrenal.

"Mina"

Pero es imposible, y ambas lo saben.

Los árboles amenazan con tragársela viva. Su altura es imponente, y teme que, como en un mal sueño, uno a uno se derriben en un efecto dominó sobre su cabeza, hasta destrozarla y sepultarla por completo y hacerle una con el cemento. La luz no alcanza más que pedazos nimios de la calzada que tiene por delante y el aire poco a poco escasea.

De nuevo, la maldita ansiedad le aturde, las letras no resuenan con amor o nostalgia, y se han deformado hasta el punto de los gritos aterradores y dolorosos que laten a toda velocidad a través de sus tímpanos y le provocan el más terrible de los escalofríos. El que ha venido sintiendo durante meses en situaciones aterradoramente similares.

"¡Mina!"

Es una llamada de auxilio, su demonio personal ha vuelto para acompañarla hasta el final de sus días.

"Bievenida al infierno, Mina"

"M i n a"

Corre en el callejón sin salida, llora en vano.