Gallarda Luna

Capítulo 2: Volviendo...

Narra Dante
Al ver los peligros que corría mi pequeña Dalia, lo mejor era irse de la ciudad que un día nos proveyó el cuidado para proteger a nuestra pequeña.
— Cariño, debemos irnos — le dije serio y preocupado a mi amada Alía — Ella está creciendo muy rápido y no podemos protegerla en este lugar

— Sabíamos que este momento llegaría — me dijo calmada y acariciando mi mejilla, no sabe cuánto la amo — debemos entrenarla, no podemos dejar que este expuesta

— Coloqué mi mano sobre la suya — Lo haremos mi amor, a su tiempo, pero ahora debemos irnos —  bese su mano y me levanté del sofá — volveremos a la cabaña de nuestro territorio— le susurré
— Solo espero que la diosa Luna nos ayude... — bajo la mirada —  ya no tenemos el mismo poder de antes

— Coloque mi mano en su mejilla y la acaricie — todo está bien amor — le dí un beso que traía consigo una promesa, ambos lo sabíamos

Guardamos todo. No nos llevamos todo, solo lo suficiente, ya que no debíamos levantar sospechas. Cojí la mano de mi amada Alía, quien sostenía a nuestra inocente princesa, solo tenía 7 meses. Solo espero que todo salga bien, daría mi vida por mi reina y mi princesa, todo o nada. El peligro se avecina.

Narra Alía
Dante me tomó la mano, mientras yo tomaba a nuestra pequeña en brazos. Su tacto me brindaba la seguridad que me faltaba , abrí la puerta y miré que no hubiera nada extraño, la oscuridad en las calles de la ciudad era un farol comparado a nuestro bosque. Nos dirigíamos a la estación de tren, no estábamos solos, una brisa helada trajo consigo el aviso de varios enemigos que nos seguían, pero no harían nada, ya que habíamos llegado a la estación de tren, o por lo menos por ahora.

— Tres boletos con dirección a Woodcity — dijo mi amado Dante al vendedor de boletos

— Hay tres espacios disponibles para dentro de dos minutos — dijo el chico revisando el computador

— Perfecto— dijo mi chico con una sonrisa de satisfacción

El vendedor le entregó los boletos a Dante y me dedicó una sonrisa coqueta, que ante los ojos de Dante no quedo desapercibida, él sabía a lo que nos enfrentabamos, no había tiempo que perder, así que le regaló una mirada asesina, que aterrorizó al vendedor, me tomó delicadamente de la mano y seguimos caminando.
— Tranquilo amor... — le dí un casto beso en los labios — no hay nadie más en mi corazón que tú y mi princesa

— Si no fuera porque...— no lo deje terminar, lo abrace y me acerqué a su oído

— Mi amor eres todo para mi...— bajo la tensión en su mandíbula — Cariño, no es momento para esto, sabés que nos siguen— le susurré dulcemente

— Tienes razón— me dió un beso dulce y corrimos al tren, todo estará bien, por lo menos hasta ahora, pero ambos sabemos que no podemos escapar.

Nos sentamos a descansar, hacíamos turnos por si acaso, después de todo eran cinco horas de viaje y nuestra pequeña dormía como un ángel. Después de dos horas y media me dormí, mientras Dante vigilaba y sostenía nuestra pequeña.

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Desperté por un camino de besos que mi amado chico trazó desde mi mejilla hasta mis labios, lo cual sin duda me hizo sonreír.

— Buenos días mi reina— me dijo dándome un casto beso en los labios y regalandome un sonrisa— falta poco para llegar

—Buenos días amor— me desperecé y me acomode en el asiento, miré a mi pequeña jugando con la mano de su padre, sonreí, les dí un beso a mis dos amores y ví el hermoso esmeralda, que daba paso a lo que fue nuestro territorio. El tren paró y de la mano de mi chico, nos dirigimos rápidamente por el camino que nos llevaba al bosque, luego de diez minutos nos encontramos dentro de nuestro territorio, cuando...

Volví!!!
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